En la tormenta

 

 

Lunes, 09 de abril

 

La mayoría de nuestro comportamiento es el resultado de dos cosas: la búsqueda del placer y el evitar el dolor. Nos sentimos atraídos por las cosas que nos dan satisfacción y resistimos aquellas que nos incomodan. Pero sabemos que es a través del dolor y la incomodidad que nos volvemos más fuertes y saludables. Es a través de la incomodidad de largas horas de trabajo y sacrificio que perfeccionamos nuestros talentos y habilidades. Y lo mismo puede decirse de nuestra fe; porque es a través de las pruebas y las tribulaciones que Dios hace que nuestra fe crezca y se fortalezca.

 

Jesús acababa de oír la noticia de que su primo Juan el Bautista había sido decapitado y decidió retirarse en un barco a un lugar solitario. Pero las multitudes lo siguieron y cuando él las vio tuvo compasión de ellas y comenzó a sanar a todos los enfermos. Ya se estaba acercando la noche cuando los discípulos le sugirieron a Jesús que despidiera a la multitud para que fuesen a buscar comida ya que estaban en un lugar solitario. Pero Jesús les dijo: “No tienen que irse, denles ustedes mismos de comer”. Pero ellos sólo tenían cinco panes y dos pescados y habían cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños. Jesús tomo lo que había y lo bendijo y les dijo a los discípulos que lo repartiesen entre la multitud. Y cuando ya todos habían comido hasta saciarse los discípulos recogieron doce canastas llenas de pedazos que sobraron.

 

Mateo 14: 22 NVI

En seguida Jesús hizo que los discípulos subieran a la barca y se le adelantaran al otro lado mientras él despedía a la multitud.

 

 

 

Inmediatamente después del milagro Jesús hizo que se subieran a la barca y se adelantasen, pero poco sabían que él los estaba lanzando directamente a una tormenta. Y cuando la tormenta estaba en su apogeo, cuando los discípulos pensaban que estaban a punto de perecer, Jesús vino caminando sobre las aguas para rescatarlos. Entonces los que estaban en la barca lo adoraron diciendo: “Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios.”

 

Algunos dicen que los discípulos nunca debieron de haberse montado en ese barco sin Jesús, por lo tanto el atravesar la tormenta fue culpa de ellos. Otros dicen que ellos simplemente estaban obedeciendo. La verdad es que no importa si fue por abordar sin Jesús o por obedecerlo, lo que importa es que antes de la tormenta los discípulos habían visto a Jesús hacer grandes milagros pero no fue hasta que pasaron por la tormenta que lo adoraron. Esta es la primera vez que en uno de los Evangelios se registra a los discípulos adorando a Jesús. Y no fue por los milagros o por alimentar a cinco mil personas, fue por el dolor y la incomodidad de la tormenta que su fe creció al punto de no sólo alabar a Jesús sino de adorarlo por primera vez.

 

Lecciones de la tormenta.

Las pruebas y las tribulaciones no son un indicativo de la ausencia de Dios; son un indicativo de que Dios está activamente edificando nuestra fe.

 

Padre Celestial gracias porque me enseñas a atravesar las tormentas de mi vida con la confianza plena de que no sólo siempre apareces en medio de ella para rescatarme, sino que la utilizas para crecer mi fe en ti. Te alabo y te adoro amado Padre, porque siempre estás activo trabajando en mi vida para acercarme a ti.