Es Mas Fácil Recibirlo Que Darlo

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Es más fácil recibirla que darla

Martes, 17 de noviembre

Una de las cosas más difíciles en cuanto a criar a un niño es enseñarle a compartir. Los bebés no tienen ningún problema con aceptar que les regalen juguetes sin mérito alguno, pero con lo que sí tienen problema es con compartirlos. En un sentido más amplio, lo mismo ocurre cuando se trata de la gracia de Dios con nosotros, siempre es más fácil recibirla que tener que compartirla.

Quizás de niño te contaron acerca de la historia bíblica de Jonás, se trata de un hombre judío que vivía en un pequeño pueblo en las afueras de Nazaret. En el período de tiempo que esta historia se lleva a cabo el pueblo de Israel tenía dos enemigos principales, los asirios y los arameos. Fue durante este período de tiempo que Dios llamó a Jonás y lo envió a predicar a la gente en la ciudad de Nínive la capital de Asiria. Los asirios fueron uno de los enemigos más feroces de Israel. Eran famosos por sus técnicas de torturar; hervían a la gente en aceite y los despellejaban vivos. Desde la perspectiva de Jonás lo que menos quería era ser un mensajero de la gracia de Dios a estas personas tan malvadas. Así que Jonás decidió huir de Dios comprándose un boleto en un barco que viajaba en dirección opuesta a la ciudad de Nínive. Mientras Jonás iba huyendo en el barco se desató una tormenta tan violenta que causó que los marineros tuviesen que lanzar a Jonás en el medio del mar. Ahí Dios envió un gran pez para que tragase a Jonás y tres días después el pez vomitó a Jonás en tierra seca en la ciudad de Nínive.

Nínive era una gran ciudad con aproximadamente unos 120,000 habitantes, pero a los tres días de la llegada de Jonás su mensaje causó que toda la ciudad, incluyendo el rey, se arrepintiesen de sus malos caminos y le pidieron a Dios que tuviese misericordia de ellos. Pensarías que este éxito sería motivo de gran celebración para Jonás, pero mira la oración de Jonás en el siguiente verso:

Jonás 4: 2 NVI

Jonás oró al Señor de esta manera: —¡Oh Señor! ¿No era esto lo que yo decía cuando todavía estaba en mi tierra? Por eso me anticipé a huir a Tarsis, pues bien sabía que tú eres un Dios bondadoso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, que cambias de parecer y no destruyes.

 Mira esto, esta oración la hizo el mismo Jonás que tuvieron que tirar al fondo del mar por desobedecer a Dios. El mismo Jonás que Dios le envió un gran pez para que lo rescatara y lo trasladara a Nínive aunque él iba huyendo en dirección contraria. Este es el mismo Jonás que en sólo tres días Dios lo convirtió en quizás el evangelista más exitoso de todos los tiempos. Este es el mismo hombre a quien Dios le mostró una abundancia de su gracia y ahora está enojado con Dios porque Dios está mostrándole su gracia al pueblo de Nínive. La historia de Jonás es un recordatorio de que hay dos lados de la gracia; recibirla y compartirla y también nos recuerda que a menudo es más fácil recibir la gracia de Dios que tener que compartirla.

Padre Celestial ayúdame a tener siempre presente que así como me gusta que Tú me extiendas tu gracia yo también debo hacer lo mismo con todas las personas que has puesto en mi vida, porque la gracia no es sólo para que yo la reciba sino también para que la comparta con otros.