Escúchame

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Todo el mundo ora, inclusive los ateos. Y aunque no todos oran al mismo Dios no existe una persona que no ore en algún momento. Algunos oran cuando lanzan monedas en un pozo, otros cuando soplan las velas en el pastel de cumpleaños, hay quienes oran al ver una estrella fugaz, otros cuando están desesperados y otros cuando les suceden cosas buenas. En algún momento todas las personas van a orar, pero el punto es si de verdad hay alguien que escucha nuestras oraciones.

Durante muchos años de ser cristiano me he preguntado si Dios realmente escucha mis oraciones, y si las escucha, si en serio son importantes para El. Yo sí creo que Dios oye nuestras oraciones, sin embargo la pregunta es que si más allá de oírlas también las escucha. Digo esto porque muchas veces yo no escucharía mis propias oraciones que a menudo suelen estar desconectadas, incoherentes y generalmente auto-enfocadas. ¿Por qué Dios habría de escucharme a mí? Como creyente yo sé que Dios oye todo, pero ¿realmente escucha mis oraciones? A menudo me he preguntado si mis oraciones fueron más allá de pensamientos formados en mi mente o si llegaron más allá de la distancia del sonido de las palabras que salieron de mi boca. Y no es que yo no tengo evidencia de que Dios responde mis oraciones. Recuerdo que hace unos años se me acercó una señora para pedirme que orara por su hija que vivía en otro país. Ella me dijo que su hija tenía sólo días de vida debido a que sufría de un tumor cerebral inoperable que había crecido hasta el tamaño de una pelota de golf. Recuerdo que pensé que no tenía nada que perder si oraba por ella así que de inmediato decidí orar a Dios a favor de esta niña. Unos pocos días después regresó esta señora y me dijo que su hija había sido completamente sanada, lo cual no fue nada difícil de creer, pero en realidad pensé que mi oración tenía poco o nada que ver con esto. Pero ella procedió a decirme cómo sucedió. Ella me dijo que el mismo día y a la misma hora exacta en que oramos su hija sintió una extraña sensación casi como anestesia en el área en donde tenía el tumor cerebral y cuando fue a tocarse la cabeza el tumor había desaparecido por completo. Sólo para añadir a esto, la madre tenía en sus manos el reporte médico que certificaba que había ocurrido una sanidad milagrosa. Y al igual que este testimonio tengo muchos más. Pero la pregunta seguía siendo para mí si Dios escuchaba mis oraciones aun parecen ser insignificantes.

Aunque a veces mis oraciones son incoherentes e insignificantes, hay veces que no lo son. Hay momentos en mi vida, y me supongo que en la tuya también, que sólo deseo que alguien me escuche, alguien con quien pueda compartir mis más íntimos pensamientos; mis penas y alegrías, felicidad y tristeza, sabiendo que puedo ser completamente honesto sin necesidad de fingir. Esto es lo que precisamente podemos encontrar al hablar con nuestro Padre Celestial.

Mateo 6: 6 NVI

Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará.

Después de muchos años de escuchar y leer estas palabras en donde Jesús nos enseña acerca de la oración, finalmente me di cuenta de que Dios escucha mis oraciones, aún aquellas que están desconectadas o son incoherentes, y que no sólo las escucha sino que también me recompensa por ellas. Y sé que la recompensa no es que me concede todo lo que le pido, la recompensa es que yo realmente tengo a alguien que me escucha y que verdaderamente le importa todo lo que le tengo que decir y no me juzgará por ello.

¿Necesitas a alguien que te escuche? El único a quien realmente le puedes decir todo lo que está en tu mente y en tu corazón es a tu Padre Celestial. Y permíteme decirte un secreto, nada de lo que le digas le va a sorprender, porque Él ya lo sabe todo. Siempre que ores Él te va a escuchar, no para descubrir algo nuevo sino porque Él te ama y se preocupa por ti.

Padre Celestial que bueno es saber que siempre me escuchas cuando voy a ti para compartir contigo todo lo que siento y me ocurre, y no sólo me escuchas sino que me recompensas, a través de una relación íntima contigo. Gracias por tu gran amor que no se compara con ningún otro y gracias también por preocuparte por mí.