Expectativas Cumplidas
Viernes 16 de noviembre de 2018.
Si alguna vez te casaste o planeas hacerlo algún día, allí, parado frente al altar, tuviste o tendrás una imagen específica de lo que deseaste que el matrimonio fuese. Cada uno, tanto el hombre como la mujer, van a crear una imagen propia del matrimonio basados en sus sueños y deseos individuales. Y ahí, parados frente al altar, en un instante, esos deseos y sueños se van a convertir en expectativas; expectativas que el esposo va a colocar sobre su esposa y que la esposa va a colocar sobre su esposo. Es el peso de estas expectativas lo que poco a poco van removiendo el amor y la alegría que te llevaron en primer lugar al altar. Porque como esposa o esposo nunca vas a sentir que estás a la altura de las expectativas de tu pareja. Entonces, ¿qué deberías hacer con tus expectativas? No sugiero que las ignores o las niegues, porque la mayoría de tus expectativas son deseos dados por Dios.
Uno de los problemas de depositar tus expectativas en tu pareja es que cada persona es diferente, todos tenemos una historia única, circunstancias únicas, combinación de problemas únicos y alegrías únicas. Es por eso que a veces sentimos que no estamos a la altura de las expectativas que nos fueron asignadas el día en que nos casamos. Para complicar aún más las cosas, a veces nuestras expectativas chocan. Cuando las expectativas chocan algunos escogen distanciarse e incluso se marchan. Otros optan por imponer su voluntad en un intento de cambiar a su pareja. Algunos se rinden para tratar de mantener feliz a su pareja, otros negocian intentando crear un escenario en donde ambos ganan y pierden. Como probablemente habrás notado, cada uno de estos enfoques del matrimonio tiene sus desventajas. Entonces, nuevamente te preguntaré, ¿qué deberías hacer con tus expectativas? ¿Con esos deseos que Dios programó en ti?
Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo. – Efesios 5:21 NIV
Este es uno de los versos más contradictorios de la Biblia, “sométanse unos a otros“. En otras palabras, esto significa que las expectativas de uno no son más importantes que las del otro, tanto el hombre como la mujer son iguales. Sin embargo esta no es la parte controversial. La controversia está en que la sumisión mutua significa que mi objetivo es priorizar las expectativas de mi pareja por lo menos igual o por encima de las mías. Es tan controversial porque si mi objetivo es priorizar las expectativas de mi pareja, ¿cómo entonces podré cumplir las mías propias?
Humíllense delante del Señor, y él los exaltará.– Santiago 4:10 NVI
Permíteme sugerirte que en vez de depositar tus expectativas en tu pareja más bien las deposites en tu Creador, el que colocó esos deseos en ti. Pero antes de hacerlo, primero necesitarás identificar las expectativas que tienes en tu matrimonio. Te voy a dar una pregunta simple que te ayudará a hacerlo, ¿Qué es lo que siento que mi pareja me debe en el matrimonio? La respuesta a esta pregunta te revelará tus expectativas no cumplidas. El segundo paso es llevar esas expectativas no cumplidas a Dios. Es más fácil decirlo que hacerlo, hacerlo requerirá que coloques tu fe en Dios. Afrontémoslo, puede ser difícil, pero pruébalo. Si eres paciente, vas a estar gratamente sorprendido al ver como Dios exalta a los que se humillan. Entonces, sométete a tu cónyuge, identifica sus expectativas no cumplidas y confía en Dios.
Padre Celestial, gracias por mostrarme la verdad de lo que ocasiona los problemas en los matrimonios, porque al yo identificar que todo radica en expectativas no cumplidas por ambas partes, puedo priorizar las expectativas de mi pareja por encima de las mías, sé que al hacerlo pacientemente veré la victoria, porque Tú dices que todo el que se humilla será exaltado. Ayúdame a depositar mi fe en ti entregándote mis deseos propios a la vez que me someto a mi pareja.
Robert Cruz Jr.
Bobby Cruz Jr. became Senior Pastor of CDA Miami in 1999, continuing the work that his father, Bobby Cruz began in 1980. Bobby Jr. is an engaging speaker whose passion is to lead people in a growing relationship with Jesus. He has five children and he lives with his wife Ana in Doral, FL.