Crédito Extra

 

 

Viernes 21 de septiembre de 2018

 

Hace unos treinta años escuché a un niño que al ser entrevistado por el pastor de su iglesia este le preguntó: “Hijo, ¿qué quieres ser cuando seas grande?” El niño le respondió, “un misionero que regresó”. A lo que el pastor le preguntó, “¿Qué es un misionero que se regresó? el niño respondió, “un misionero que regreso es el que se para en el altar y le cuenta a la gente las historias de ir a predicar a la jungla y tener que comer animales extraños”. “Así que quieres ser un misionero?“ Le respondió el pastor.” y con una mirada de perplejidad el niño le dijo al pastor: “¡No, yo quiero ser un misionero que regresó; ¡No quiero ir a comer animales extraños sólo quiero contar la historia desde el altar!

 

Treinta años más tarde, tenemos a toda una generación de personas que quieren ser misioneros que regresaron sin ir. Las personas que quieren ser ricos, pero no quieren trabajar. Las personas que piensan que son inteligentes pero en realidad nunca se han dedicado a estudiar. Sé de un hombre que escribió un libro sobre cómo llegar a ser rico y sin embargo está en bancarrota. Otro que escribió un libro sobre cómo tener un matrimonio exitoso pero se ha divorciado varias veces. Sólo mira cuántas personas hay en las redes sociales predicando cómo alcanzar el éxito en un área u otra y la misma persona que nos predica no tiene éxito alguno en su propia vida. Para la mayoría de estas personas su problema no es está en lo que creen sino más bien en no poner en práctica lo que creen.

 

«Le creyó Abraham a Dios, y esto se le tomó en cuenta como justicia», y fue llamado amigo de Dios. Como pueden ver, a una persona se le declara justa por las obras, y no sólo por la fe.  Santiago 2: 23-24 NVI

 

 

Aunque Abraham fue un hombre de muchas imperfecciones se convirtió en uno de los tres patriarcas de la fe judeocristiana. La razón por la que se convirtió en uno de los padres de la fe judeocristiana y la razón que se le consideraba un hombre justo no es sólo a causa de su fe, sino más bien por las acciones que su fe le hicieron tomar. Como personas nacidas de nuevo debemos vivir nuestras vidas de tal manera que nuestra fe sea revelada a través de nuestros actos de obediencia. Actuando social, moral, financiera, física y espiritualmente de manera que refleje lo que creemos. No es suficiente creer también hay que practicar lo que creemos.

 

Padre Celestial no permitas que sea un misionero que regresa sin nunca haber ido, todo lo contrario, ayúdame a ver en cuáles áreas de mi vida no estoy practicando lo que creo, para que lo que yo diga concuerde con lo que hago