Fe y Fidelidad

 

 

Jueves 24 de mayo del 2018

 

Cuando abrimos nuestras Biblias o escuchamos un sermón, descubrimos que la manera en que Dios quiere que nos conduzcamos a menudo no tiene sentido. Abrimos nuestras Biblias y descubrimos que Dios quiere transformar la forma en que pensamos acerca de todo; la manera en que nos relacionamos y cómo manejamos nuestro tiempo, finanzas y todo lo demás. Cada vez que esto ocurre tenemos dos opciones, ¿confío en Dios o lo hago a mi manera?

 

Guiezi era el siervo del profeta Eliseo, un hombre de recursos humildes. Ahora imagínense si Eliseo era pobre, ¿cuán pobre piensan que era Guiezi? De todos modos, un día un arameo rico llamado Naamán aparece a la puerta de Eliseo buscando ser sanado de la lepra. Eliseo nunca llegó a la puerta para recibirlo, sino que le ordenó a Guiezi que le instruyese a que se fuera a bañar en el río Jordán. La Biblia dice que Naamán se enfureció porque esperaba que el profeta lo recibiera y luego orase y colocase sus manos sobre él mientras invocaba el nombre del Señor. Ir a bañarse en el río Jordán no era lo que él esperaba y además se sintió personalmente insultado. Pero a regañadientes decidió obedecer al profeta Eliseo y cuando se bañó en el Jordán salió con su piel como la de un niño. Como te puedes imaginar, Naamán estaba muy contento y regresó a la casa de Eliseo y le ofreció algunos regalos muy caros, y aunque Naamán insistió, Eliseo cortésmente le dijo que no podía aceptar ninguno de sus regalos.

 

Al ver esto, Guiezi cuestionó la decisión de su amo; No tenía sentido para él. Pensó para sí mismo, “somos muy pobres y este hombre nos está ofreciendo regalos caros, mi amo no debe saber lo que está haciendo”, así que salió corriendo detrás de Naaman para recuperar los regalos. Una vez que lo hizo, regresó a la casa donde escondió los regalos para que Eliseo no supiera lo que había hecho.

 

Entonces Guiezi se presentó ante su amo. ¿De dónde vienes, Guiezi? —le preguntó Eliseo. Su servidor no ha ido a ninguna parte —respondió Guiezi.

Eliseo replicó: ¿No estaba yo presente en espíritu cuando aquel hombre se bajó de su carro para recibirte? ¿Acaso es este el momento de recibir dinero y ropa, huertos y viñedos, ovejas y bueyes, criados y criadas? Ahora la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tus descendientes para siempre. No bien había salido Guiezi de la presencia de Eliseo cuando ya estaba blanco como la nieve por causa de la lepra. 2 Reyes 5:25-27 NVI

 

Aquí tenemos un contraste entre dos hombres; Naamán, un hombre arameo que conocía muy poco acerca de Dios y Guiezi, el siervo de Eliseo, el profeta de Dios. Ambos se encontraron en situaciones en las que Dios les estaba pidiendo que confiaran en Él haciendo algo que para ellos no tenía sentido. Naamán decidió confiar en Dios aunque de mala gana y quejándose. Pero cuando su pequeño acto de fe y fidelidad a Dios se encontraron, Naamán quedó sano de una enfermedad incurable. En contraste, Guiezi el siervo del hombre de Dios, decidió no confiar en Dios y tomar el asunto en sus propias manos y el resultado fue que terminó con la enfermedad incurable.

 

Cada vez que decidimos no confiar en Dios porque lo que Él nos pide no tiene sentido, asumimos la responsabilidad de los resultados finales. Pero cada vez que decidimos confiar en Dios en asuntos grandes o pequeños, es ahí donde nuestra fe, sin importar lo pequeña que sea, se encuentra con la fidelidad de Dios y Él entonces asume la responsabilidad de los resultados finales. Porque la fe es la que abre la puerta a la fidelidad de Dios en nuestras vidas.

 

Padre Celestial tu palabra me enseña que es mejor que obedezca aunque sea a regañadientes que el no confiar en ti, porque para ti mi fe es vital para tú poder abrir la puerta de tu gran fidelidad para conmigo. Te pido que aumentes cada día más mi fe para que yo pueda ser sanado en cada área de mi vida, porque te necesito a ti en todo y para todo. Gracias Señor por tu gran amor y fidelidad para conmigo, porque es tanto lo que tú me das y tan poco lo que esperas de mí, con un pequeño acto de fe mío tú haces maravillas.