GLORIA!

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Lunes, 19 de Octubre

Todo lo que Dios hace es con un propósito en mente, Dios no hace las cosas por el simple hecho de hacerlas. Cuando Dios creó el universo lo creó con el propósito de reflejar Su gloria. El apóstol Pablo escribiéndole a la iglesia en Roma les dice que todas las cosas fueron creadas por Dios y para llevarle la gloria a Dios. En Salmos 19 el rey David escribe: “Los cielos cuentan la gloria de Dios; y el firmamento anuncia la obra de sus manos”. En pocas palabras, el propósito de Dios al crear todas las cosas fue para traerse la gloria a sí mismo. Él creó los cielos, y todo lo que en ellos hay. El creó la tierra y todo lo que está sobre la tierra y debajo de la tierra y también creó las aguas y todos los seres que habitan debajo de ella. Con el fin de demostrar que no hay nadie como Él, ni que se asemeje a Él. Pero cuando miró todo lo que había creado había un problema.

La creación no tenía ninguna otra opción, la tierra, el sol, la luna, las estrellas y las galaxias no podía hablar por sí mismos, no tenían la opción de declarar la gloria de Dios con sus propias palabras. Así que Dios decidió que iba a crearnos a nosotros a Su imagen y semejanza y nos daría algo que ninguna otra cosa en toda la creación tenía, la total libertad para expresar con nuestras vidas y en nuestras propias palabras Su gloria. Pero sucedió lo impensable, nosotros, la creación máxima de Dios nos tomamos la libertad que Dios nos dio para expresar Su gloria y la secuestramos, y comenzamos a escribir nuestra propia historia removiendo a Dios como el personaje principal y nos colocamos a nosotros mismo en Su posición. Tomamos Su obra perfecta y gloriosa y la manchamos con nuestros pecados. Y ahora su creación más grande, la que tenía el máximo potencial de traerle gloria a Dios termina traicionándolo. ¿Cómo debería reaccionar Dios ante tal traición? ¿Qué harías tú?

Dios decidió que Él iba a reclamar Su gloria. Dios decidió que Él mostraría de una vez y por todas que Él y sólo Él es digno de toda la gloria. Así que se dirigió a Jesús y le dijo: Te voy a enviar a la tierra para reclamar mi gloria. Te voy a enviar entre la raza traidora que me borraron de ser el protagonista de la historia y se colocaros a sí mismos como los protagonistas y llenaron las páginas de mi historia gloriosa con el pecado. Pero Jesús vas a tener que despojarte, no podrás ir en forma de Dios, entrarás a la tierra como uno de ellos y cuando estés entre ellos tomarás la posición de siervo. Y unos dos mil años atrás, Jesús se presentó en la tierra en forma humana y voluntariamente se humilló tomando la posición de siervo y fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz por manos de la raza traidora. A lo que yo diría, eso es una locura, nadie haría eso. A lo que Dios posiblemente respondería, ese es el punto. Yo no soy quien crees que soy. No soy como tú. Soy el Dios cuya gloria es aún más grande de lo que se pueden imaginar, porque hice por ustedes lo que ustedes no harían por nadie y mucho menos por sus enemigos. Hace dos mil años atrás, en el centro de la historia de la humanidad, en una cruz de una vez y por todas Jesús recuperó la gloria de Dios y demostró que sólo Dios es merecedor de toda la gloria.

La ironía es que muchos hoy en día creen que la muerte de Jesús en la cruz se trata de nosotros, todavía piensan que ellos son el personaje principal en la historia. Sí, Dios nos ama. Sí, Jesús murió por nosotros. Pero el amor de Dios y el sacrificio de Jesús no fue para nuestra gloria, sino más bien fue para que Dios reclamase Su gloria. Porque cuando el Rey muere por el pueblo eso no habla de la grandeza del pueblo, sino más bien de la grandeza del Rey.

Lea Filipenses 2: 6-11

 Versículos clave, Filipenses 2: 9-11 NVI

Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.

 Padre Celestial, ayúdame a vivir una vida que te glorifique a diario en cada una de las áreas de mi vida, que en mis relaciones, con mis finanzas, en mi trabajo, en donde vivo, en mi Iglesia, yo pueda reflejar tu gloria, porque para eso me creaste y al hacerlo mi vida cobra un propósito perfecto, el tuyo.