Grandes Bendiciones

 

 

Jueves, 25 de octubre del 2018

 

Se dice que la bendiciones vienen acompañadas de responsabilidades. Y mientras más grande es la bendición más grande es la responsabilidad. Digamos que de joven tus padres te regalaron tu primer automóvil pero con esa gran bendición viene una gran responsabilidad. Esa es la dinámica de las bendiciones, mientras más grande la bendición más grande la responsabilidad.

 

Hace muchos siglos atrás Dios escogió a una joven judía llamada Ester para bendecirla en gran manera. Ester había nacido exiliada en Persia y a una temprana edad y por razones desconocidas quedó huérfana de padres. Y aparentemente el único miembro de su familia que podía hacerse cargo de ella era su primo mayor, un hombre llamado Mardoqueo. Y además de estas circunstancias tan difíciles lo más probable es que Ester vivía con cierto nivel de pobreza y sin mucha esperanza de un futuro mejor. Esto fue hasta que Dios decidió bendecirla grandemente. Y sucedió que de huérfana y pobre Dios causó que ella se convirtiese en la reina de Persia. Pero como les dije anteriormente, con cada bendición bien una responsabilidad correspondiente.

 

El rey Asuero, el esposo de Ester, decidió bendecir a un hombre llamado Amán dándole la posición del funcionario más poderoso del reino de Persia. Ante Amán todos los demás funcionarios del rey se tenían que inclinar y reconocerlo, cosa que él disfrutaba grandemente. Pero Mardoqueo por ser un hombre judío se negó a inclinarse ante Amán y esto enfureció Amán de tal manera que emitió un decreto ordenando la muerte de toda persona judía que viviese en el reino persa. Esto colocó a Ester en una posición desagradable, debido a que por causa de la gran bendición que Dios le había dado, ella era la única persona con la capacidad de poder interceder ante el rey por el pueblo judío. Por causa de su gran bendición ahora tenía la responsabilidad de arriesgar su posición y aún su vida. Y aunque Ester no sabía cómo iba a responder el rey de todas forma lo arriesgó todo. Pero la buena noticia es que Dios honró la fe de ella.

 

La verdad es que Dios te ha bendecido a ti también de la misma manera que bendijo a Ester y a Amán. Ester decidió utilizar responsablemente su bendición no sólo para su beneficio propio, sino también para el beneficio de los demás. Amán decidió utilizar irresponsablemente el poder que Dios le había otorgado; él pensaba que su bendición era completamente para el beneficio de él. Sin embargo Ester hizo todo lo contrario, lo arriesgó todo y de esa manera logró salvar a su pueblo. Y por consecuencia se ganó el respeto, no sólo de los hebreos sino de todo el pueblo y del rey también. Por su parte Amán lo perdió todo, incluso su vida. Y luego el rey tomó todas sus posesiones y sus títulos como el más alto funcionario y se las dio a Mardoqueo el primo de Ester.

 

 —Ve de inmediato —le dijo el rey a Amán—, toma la vestidura y el caballo, tal como lo has sugerido, y haz eso mismo con Mardoqueo, el judío que está sentado a la puerta del rey. No descuides ningún detalle de todo lo que has recomendado. 11 Así que Amán tomó la vestidura y el caballo, vistió a Mardoqueo y lo llevó a caballo por las calles de la ciudad, proclamando a su paso: «¡Así se trata al hombre a quien el rey desea honrar!»  -Ester 6: 10-11 NTV

 

Dios nos ha bendecido a nosotros también a unos más y a otros menos. A unos con posiciones, a otros con posiciones, a unos con hijos, a otros con amigos, a otros con influencia y pudiéramos continuar haciendo una lista de las tantas bendiciones de Dios. Pero probablemente la bendición más grande que Dios nos ha dado es la salvación, pero recuerda que con grandes bendiciones vienen grandes responsabilidades. La responsabilidad de compartir esta gran bendición con todas las personas que nos rodean.

 

Ponerte en los zapatos de Ester es saber que con cada bendición vienen responsabilidades y mientras más grande la bendición más grande la responsabilidad.

 

Padre Celestial gracias por enseñarme que con cada bendición que me das viene para mí una gran responsabilidad; la responsabilidad de compartirla con todas las personas que has puesto en mi vida. Gracias porque me das la oportunidad de darle a otros de lo tanto que Tú me das a mí sin yo merecerlo.