Injusto Perdón

 

 

Viernes, 16 de junio

 

Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios. – Romanos 3:23 NLT

 

Desde la infancia hasta la edad adulta, no importa cuáles sean nuestras creencias, la meta siempre ha sido la justicia. De niño, cuando nuestros padres nos decían que debíamos de hacer algo nuestro argumento instintivo era “pero no es justo”. “Hijo saca la basura”, me decía mi madre y mi respuesta era, “pero no es justo, siempre tengo que sacar la basura”. Lo increíble es que de vez en cuando el argumento me funcionaba. La justicia siempre ha sido el debate más frecuente y emocionalmente cargado en nuestra sociedad. Ya sea como individuos o como cualquier grupo étnico, social, político y religioso. Los niños luchan por justicia con otros niños, las parejas luchan por justicia en sus relaciones, los trabajadores, los blancos, los negros, los latinos, los asiáticos, las personas heterosexuales, los de otras inclinaciones sexuales e incluso las personas religiosas, todos tiene argumentos para ser tratados con justicia.

 

El problema es que la justicia salió por la ventana el día en que el pecado entró por la puerta. La verdad es que tendemos a buscar la justicia cuando nos afecta directamente, la mayoría buscamos justicia cuando nos beneficia personalmente. La verdad es que si fuéramos tratados de la misma manera que a veces tratamos a los demás, la justicia no sería nuestra amiga. Lo que hace que esta cuestión de la justicia sea más complicada aun es que para ser justo con una persona o grupo de personas tienes que ser injusto con otra persona o grupo de personas. Pero no quiero que pienses que estoy discutiendo contra la justicia, hay muchos beneficios en luchar por la justicia, pero al final del día más que luchar para alcanzar la justicia necesitamos buscar el perdón.

 

¿Sabías que para que pudiésemos recibir nuestra grandiosa y gloriosa salvación Jesús tuvo que ser tratado injustamente? Él fue sentenciado y condenado a muerte, no por sus pecados sino por los nuestros; Él fue crucificado por los pecados que nosotros cometimos. Esa es la injusticia más grande de todos los tiempos. Hablando de la cruz, cuando Jesús fue crucificado había un criminal a su izquierda y otro a su derecha. Eran dos de los peores criminales de su generación. Uno de ellos comenzó a maldecir a Jesús de la manera más vil posible. El otro le admitió a Jesús que era culpable y busco la misericordia, ósea el perdón, y Jesús le dijo: “Hoy estarás conmigo en el paraíso.” ¡Espera! ¡Que injusticia! Sí, lo que sucedió con ese criminal no fue justo para nada, pero ahora te pregunto, ¿no te alegras de que Jesús haya venido al mundo, no para traernos justicia, sino más bien perdón? Recuerda el hecho de que quizás no seas un criminal, pero Él te exonera porque todos somos pecadores. Y los pecadores más que cualquier otra cosa necesitan ser perdonados. Por si acaso no leíste o ya se te olvidó el versículo bíblico clave de hoy aquí va de nuevo:

 

Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios.

– Romanos 3:23 NLT

 

Es posible que hayan veces que pienses que Dios no ha sido justo contigo, quizás Dios no te ha dado lo que más deseas, pero la buena noticia es que vino a ofrecerte lo que más necesitabas, ¡el perdón!

 

Gracias amado Jesús, porque viniste a este mundo salvarme y no a darme lo que merecía por mis pecados, perdóname por las veces que he pensado que no has sido justo conmigo o alguna otra persona, porque la verdad es que me diste lo que no merecía, el perdón por mis pecados; ayúdame a dar por gracia lo que por gracia he recibido de parte de ti.