Juntos

 

 

Viernes, 20 de abril del 2018

 

 

Vivimos en un mundo que constantemente intenta cambiar la manera como vivimos, desde nuestras creencias y valores; hasta como nos vestimos y vivimos. En ninguna otra área esto es más evidente que en las vidas de aquellos que intentan públicamente vivir sus valores cristianos. Pero esto no es nada nuevo, el mundo siempre ha sido así y si no aprendemos a como anclar nuestras vidas, lo que descubriremos es que todo nuestro conocimiento y compromiso no son suficientes para mantenernos anclados.

 

Hace unos dos mil años, el autor del libro de los Hebreos le escribió una carta a un grupo de hombres y mujeres judíos que estaban pagando un precio muy alto social, financiera, política y religiosamente por haberse convertido en seguidores de Jesús. Y muchos de ellos comenzaron a abandonar su fe por causa de la incesante presión de la cultura en la que vivían. Por esto, el autor del libro de los Hebreos les escribe una carta estimulándolos y enseñándolos a permanecer anclados a pesar de la fuerte corriente de la cultura.

 

Mantengamos firme la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa. Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca. – Hebreos 10: 23-25 ​​NVI

 

Estimulo

 

El autor de Hebreos comienza recordándoles que Jesús, quien les había prometido estar con ellos hasta el fin, es fiel. Les estaba recordando que podían confiar en Él a pesar de las adversidades. Después de todo, pocos años antes, Jesús había sido crucificado, pero les había prometido que resucitaría en tres días y fiel a su palabra hizo lo imposible. El autor señala que si Él fue capaz de cumplir esa promesa podemos confiar en que Él cumplirá todas su promesas.

 

Enseñándoles a Permanecer

 

El autor entendía que no podríamos combatir la corriente de la cultura sólo con un mayor conocimiento o compromiso, sino más bien estimulándonos los unos a los otros, a través de la reunión continua de los creyentes. Una de las maneras más efectivas de mantenerse anclado es formar parte de un grupo pequeño; un grupo de creyentes que se reúnen para animarse entre ellos. Observa que la razón que el autor da para congregarse no es para alabar, orar o aprender, sino para animarse mutuamente. Ahora oremos, alabemos y aprendamos en el contexto del estímulo mutuo. En nuestra iglesia continuamente estimulamos a nuestros congregantes a formar parte de nuestros grupos pequeños o de lo que llamamos grupos comunitarios, porque es ahí en donde ellos desarrollan la fuerza y el valor para permanecer anclados a sus creencias y valores.

 

Padre Celestial gracias por tu palabra que siempre me estimula a mantenerme anclado en lo que creo y en mis valores, ayúdame a siempre mantenerme estimulado y estimulando a otros a través del grupo que has puesto en mi Iglesia, de esa manera podré combatir la corriente de esta cultura que siempre me está tratando de arrastrar.