Viernes, 22 de septiembre

 

De niño me fascinaban los programas de televisión de superhéroes ficticios, como Popeye que recibía poder comiendo espinacas, también Superman, cuya fuente de poder provenía del sol; y Simbad, quien obtenía su poder a través de su cinturón mágico. Aunque ellos parecían ser igual que cualquier otra persona tenían algo peculiar, una fuente de poder que les permitía hacer cosas sobrenaturales. Para mí lo que hacía que estos héroes de ficción fuesen tan fascinantes no sólo eran sus poderes sobrenaturales, sino que esos poderes eran combinados con la integridad de utilizarlos para el beneficio de otros.

 

Hechos 2:8 NVI

Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder…

 

La palabra “poder” del versículo que acabas de leer tiene sus raíces en la palabra griega “dunami”, de donde proviene la palabra dinamita. Esta palabra “poder” tiene dos componentes principales, y es el poder de hacer lo correcto pero también es el poder de convertirnos en la persona correcta.

 

El poder de hacer

El Espíritu Santo es nuestra fuente de poder de parte de Dios y es el que nos permite orar por personas que sufren de todo tipo de enfermedades para que reciban sanidad. Es a través del poder del Espíritu Santo que podemos hablar palabras transformadoras, palabras que produzcan vida. Es a través del poder del Espíritu Santo que podemos hacer todo tipo de cosas que de otro modo serían imposibles para nosotros dentro de nuestros talentos y habilidades naturales.

 

El poder de ser

En un área u otra de nuestras vidas todos hemos luchado e intentado ser mejores personas. Tal vez sea algún tipo de adicción que no has podido vencer o tal vez una deficiencia en tu carácter que quisieras cambiar pero no has podido. Probablemente lo has intentado y quizás lo logras por un tiempo, pero eventualmente recaes en la misma adicción o problema de carácter. El Espíritu Santo es la fuente de poder que tenemos a nuestra disposición para cambiar y ser transformados, aún en esas áreas difíciles e imposibles de nuestras vidas.

 

Nuestra fuente de PODER es el Espíritu Santo obrando a través de nosotros para beneficiar a otros y a la vez obrando en nosotros para transformar nuestras vidas.

 

Padre Celestial gracias por el poder de tu precioso Espíritu Santo en mi vida, porque no sólo es mi fuente transformadora, sino que me da el poder para que tú puedas hacer tu obra maravillosa en otros a través de mí.