La Solución

 

 

 

Martes, 11 de julio

 

Hola, mi nombre es Bobby Cruz Jr. Si no sabes quien soy no te preocupes, no te estás perdiendo mucho, pero si no conoces a mi hermano mayor, Él si es alguien a quien deberías conocer. La razón por la que digo esto es porque Él es la solución a la enfermedad más letal que el mundo jamás haya visto. Una enfermedad tan poderosa que ha reclamado más vidas que todas las otras enfermedades combinadas y si no haces algo al respecto, esta enfermedad eventualmente reclamará tu vida también.

 

Si alguna vez has hecho algo sabiendo que lo que hacías estaba mal esto es una indicación de que estas infectado con esa enfermedad. Si alguna vez has sentido culpa y vergüenza estos son síntomas claros que indican que estás enfermo. Tal vez la culpa de no ser la persona que deberías ser, o quizás la culpabilidad de haber dicho o hecho algo que sabías que nunca deberías haber dicho o hecho. Tal vez es vergüenza lo que sientes, tan avergonzado que piensas, nunca quiero que nadie sepa lo que dije, pensé o hice. Estos son claros indicadores de que estás enfermo.

 

Cada uno de nosotros nació infectado, y no importa cuántas excusas podamos inventar para justificar nuestro comportamiento, el problema es que los síntomas persisten. A veces tratamos de ahogar los síntomas con alcohol, drogas, entretenimiento o simplemente intentamos ocultarlos, pero los síntomas persisten, nunca desaparecen completamente. La buena noticia es que todos los sistemas religiosos dicen que tienen un programa o método que pueden sanarte de esta enfermedad. Pero la mala noticia es que ninguno de ellos funciona, porque ninguna cantidad de buenas acciones o penitencia pueden borrar tu pasado. Pero no te preocupes, como te dije al principio, mi hermano mayor tiene la solución a tu problema.

 

Muchos expertos médicos y religiosos ofrecen soluciones, pero sólo una persona se ha ofrecido a sí mismo como la solución y este es mi hermano mayor, su nombre es Jesús. La enfermedad se llama pecado y ninguna cantidad de penitencia o buenas acciones pueden remover el efecto de tus pecados. Sólo Jesús puede hacer eso.

 

 

Al día siguiente, Juan vio a Jesús que venía hacia él y le dijo: “¡Mira, el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! – Juan 1:29 NVI

 

Gracias Jesús por venir a este mundo a hacer algo por mí que ni yo ni nadie era capaz de hacer, gracias por quitar el pecado de mi vida, porque estaba enfermo de esa enfermedad incurable y sólo Tú podías librarme de ella. Te amo con todo mi corazón, gracias porque no simplemente me das la solución, sino que Tú eres la solución. Dependo de ti para todo amado Jesús, sin ti nada tiene sentido ni valor alguno.