Lo Primero

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Jueves, 08 de junio

 

Vamos a intentar contestar la siguiente pregunta de una manera honesta, intelectual y sin emociones. ¿Cómo sabemos que la Biblia es realmente la palabra de Dios? ¿Cómo sabemos que la Biblia es divinamente inspirada? ¿Quién valida la Biblia? Para la mayoría de nosotros que creemos que la Biblia es la palabra infalible de Dios, usamos la Biblia para validarse a sí misma. Pero para validar algo necesitas algo más o a alguien de mayor autoridad para validarlo.

 

El problema para la mayoría de las personas en la fe cristiana es que el punto de partida de su fe es “La Biblia dice”. Sin embargo, nunca fue la intención de Dios que la Biblia fuese el punto de partida para nuestra fe cristiana. El punto de partida para nuestra fe cristiana es preguntarnos, ¿Quién es Jesús? Cuando miramos hacia al nacimiento de la fe cristiana en el primer siglo, por los primeros 250 a 300 años ellos no tenían Biblias. Lo que tenían eran las leyes de Dios y algunos documentos históricos que presentemente les llamamos el Antiguo Testamento. Por esto, el punto de partida de su fe no era “La Biblia dice”, el punto de partida de su fe ni tan siquiera eran las enseñanzas de Jesús. El punto de partida de su fe fue lo que Jesús hizo después de su muerte. El punto de partida fue la resurrección.

 

1 Corintios 15:3-8 TLA

Lo primero que les enseñé fue lo mismo que yo aprendí: que Cristo murió en lugar de nosotros, que éramos pecadores. Tal como lo enseña la Biblia, fue sepultado y, después de tres días, Dios lo resucitó. Primero se le apareció a Pedro, y después a los doce apóstoles. Luego se les apareció a más de quinientos de sus seguidores a la vez. Algunos de ellos todavía viven, y otros ya murieron. Más tarde se apareció a Santiago, y luego a todos los apóstoles. Por último, se me apareció a mí; a pesar de que lo conocí mucho tiempo después que los otros apóstoles. – Apóstol Pablo

 

 

La resurrección de Jesús era la prueba de que Jesús no era como ningún otro hombre y de que Él tenía una autoridad mayor de la que nosotros tenemos. Antes de Jesús lo único que existía era la ley de Dios y mucha esperanza. Pero lo que necesitamos son pruebas concretas, porque la prueba nos mueve de espero que sea verdad a que es verdad. La prueba nos mueve de la esperanza a la fe. La esperanza es el deseo de que algo sea verdadero, pero sin tener la evidencia para comprobarlo. La fe es desear que algo sea verdad y saber que es verdad porque tienes la evidencia para comprobarlo. Por eso nunca fue la intención de Dios de que “La Biblia dice” fuese el punto de partida de nuestra fe cristiana. El punto de partida de nuestra fe se supone que sea una pregunta, ¿Quién es Jesús?

 

Ahora vamos a volver a mi pregunta inicial, ¿cómo sabemos que la Biblia es la Palabra de Dios? Lo sabemos porque Jesús lo valida. Porque si Jesús es quien dice que es, Él tiene la autoridad para validar la Biblia. Y Jesús constantemente citaba el Antiguo Testamento, no como mitología o filosofía, sino como un hecho. Jesús estaba totalmente convencido de que Adán y Eva existieron, Él también estaba convencido de que la historia de Noé y el diluvio realmente aconteció. Y también citaba como hecho el que un hombre fue tragado por un pez grande y vivió dentro de su vientre por tres días. ¿Sabes por qué es que creo que la Biblia es la Palabra de Dios? Porque Jesús decía que lo era.

 

Así que podemos responder esta pregunta con honestidad, ¿quién es Jesús? Y por cierto la evidencia, no sólo religiosa sino también secular, es enorme y sugiere que Jesús es quien Él decía que era. Es por esto que Jesús es el punto de partida de la fe cristiana.

 

Amado Jesús mi fe no está basada en lo que la Biblia dice sino en quien Tú eres, esto me lleva a la fe y no a la esperanza de que tu Palabra es verdadera, de que Tú eres el Hijo de Dios que resucitó y me da vida eterna. Gracias por mostrarme la importancia de entender que mi fe está basada en la pregunta ¿Quién es Jesús?, y por ser Tú quien dijiste que eres validas la Palabra de Dios que guía mi vida a toda verdad.