Mi tesoro, mi corazón

 

 

Mi tesoro, mi corazón

Martes, 13 de febrero de 2018

 

 

Dios siempre ha sido consistente en cuanto a su meta con nosotros. En el Antiguo Testamento su primer mandamiento era: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”. En el Nuevo Testamento el mandamiento más importante es: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente.” Esta es la meta para nosotros los que creemos, lograr tener a Dios como único y amarlo con todo lo que tenemos. Ya Dios nos demostró cuán importantes somos para Él y cuánto nos ama al entregar a su Hijo unigénito para que muriera en lugar nuestro. El objetivo como creyentes es aprender a amar a Dios con todo lo que tenemos y con lo que somos de la misma manera que Él nos ha amado a nosotros. Simple pero no fácil. Porque Dios tiene un competidor feroz que compite por tu corazón y, por cierto, no es el diablo, son tus tesoros.

 

Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón. – Mateo 6:21 NVI

 

En el Sermón del Monte, un grupo de personas desesperadas y preocupadas se habían congregado para escuchar a Jesús hablar. Estaban desesperados porque vivían bajo la opresión del Imperio Romano. Y estaban preocupados porque no sabían cómo iban a poder suplir sus necesidades financieras. La esperanza de ellos era que Jesús les diera un boleto a la libertad y a la estabilidad financiera. Pero Jesús les dice algo que los desconcertó por completo. “No acumulen para sí tesoros en la tierra… Porque donde esté su tesoro, allí estará también tu corazón”. La enseñanza de Jesús parecía ser irrelevante e insensible a sus necesidades. Pero es que a ellos se les había olvidado que la razón por la que estaban en una situación tan difícil era porque en el pasado Dios los había bendecido con muchos tesoros. Y a medida que pasaba el tiempo, en lugar de acercarse a Dios, se alejaron más de Él. Es la historia que continuamente se repetía en el Antiguo Testamento, Dios bendecía a su pueblo y ellos decían “gracias, hasta luego”. Amaban más a los tesoros que lo que amaban a Dios. Tristemente, lo mismo es cierto para muchos hoy.

 

Tus tesoros, pocos o muchos, pueden ser un vehículo que distancia tu corazón de Dios o un vehículo que acerca tu corazón a Él. Haz una pausa por un segundo y piensa en lo que dijo Jesús, “Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón”. Jesús dice que tu corazón seguirá tus tesoros, no que tus tesoros seguirán a tu corazón. Así que si realmente quieres saber dónde está tu corazón o cuánto de él le pertenece a Dios, no es lo que tus sentimientos te dicen, es donde están tus tesoros. Este es un principio sorprendente, si realmente quiero que Dios tenga más de mi corazón, todo lo que tengo que hacer es entregarle más y más de mis tesoros. Si tu meta son las riquezas, pocas o muchas, no te va a gustar lo que Jesús dijo. Pero si tu meta es amar a Dios con todo su corazón, abrazarás totalmente lo que Jesús dijo. Tus tesoros, o te alejarán de Dios o los puedes usar voluntariamente como un vehículo para entregarle más y más de tu corazón a Él.

 

Preguntas:

  1. ¿Cuál es tu meta principal como creyente?
  2. ¿Cuánto sientes que tu corazón le pertenece a Dios?
  3. Si tuvieras que medirlo a través del uso de tus tesoros, ¿cuánto de tu corazón le pertenece a Dios?
  4. ¿Cómo pueden tus tesoros alejarte de Dios?
  5. ¿Cómo puedes usar tus tesoros para acercarte más a Dios?

 

Amado Jesús, Tú me alertaste en cuanto a esa gran realidad, de que mi corazón iba a correr detrás de mis tesoros, por eso cada día de mi vida deseo con todas mis fuerzas que mi corazón corra hacia ti, que todo lo que tengo te pertenezca, que todo lo que soy te sirva. Pongo a tus pies todo lo que me diste Señor, porque a Ti te pertenece, incluyendo mi vida.