Misericordia y Gracia

 

 

 

Misericordia y Gracia

Jueves, 08 de Febrero del 2018

 

Una mujer fue atrapada en un pecado que tenía como consecuencia una pena de muerte. Sabemos muy poco de ella, en realidad, lo único que sabemos es que era una adúltera. No sabemos de dónde vino, no conocemos su historia familiar y ni siquiera sabemos su nombre. Lo que sabemos es que ella era culpable y fue atrapada en el acto. Lo que sabemos es que habían varios testigos para testificar en su contra y ninguno para testificar a su favor, ni siquiera su cómplice que aparentemente dejaron que se fuera libre. Mientras leo esta breve historia en el capítulo 8 del evangelio de Juan, por alguna razón quiero descubrir algún factor favorable que permita perdonar o al menos excusar a esta mujer, pero no hay ninguno. Tal vez la razón por la que deseo que la historia tenga factores favorables es que puedo identificarme más con ella que lo que puedo con sus acusadores.

 

Fue llevada al patio del templo donde una multitud de personas se había congregado para escuchar a Jesús hablar. Sus acusadores, los eruditos y élites religiosos atravesaron por medio de la multitud y colocaron a esta mujer sin nombre frente a Jesús, y le dijeron. “Esta mujer ha sido sorprendida en el mismo acto de adulterio. La ley de Moisés nos ordena apedrearla, ¿tú qué dices?” Pero Jesús ignoró su pregunta y se inclinó y comenzó a escribir con el dedo en el polvo. Pero los eruditos y élites religiosos insistieron en que Jesús les diera una respuesta. Entonces Jesús se puso de pie y les dijo: Invito a cualquiera de ustedes que no tenga pecado a que lance la primera piedra. Entonces Jesús se inclinó nuevamente y continuó escribiendo en el suelo cuando se levantó por segunda vez vio que todos los acusadores se habían desaparecido. Y la mujer quedó frente a la multitud a solas con Jesús.

 

 Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos. 

– Hebreos 4:16 NTV

 

Ahora la mujer adúltera se encuentra cara a cara frente a Jesús, el Hijo de Dios. En todo este tiempo ella no ha dicho una sola palabra en su defensa, ¿cómo podría? Había sido atrapada en el acto de adulterio. Luego Jesús le hizo dos preguntas interesantes y ninguna de ellas aborda su pecado. Él le preguntó: “¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno de ellos te condenó? “Ni uno, Señor”, le contestó y Jesús le respondió: “Tampoco yo te condeno”. Vete y de ahora en adelante deja tu vida de pecado”.

 

Observaciones:

La gracia de Dios no tolerará ni excusará nuestros pecados, pero siempre mostrará misericordia hacia ellos.

 

Es interesante que los eruditos y élites religiosos acusaron a esta mujer de un solo acto, pero Jesús revela que el problema era más profundo, Jesús revela que la mujer vivía una vida de pecado. Jesús no minimizó ni excusó su estilo de vida pecaminoso. Lo que hizo fue ser misericordioso con ella al no condenarla por vivir una vida de pecados.

 

La gracia de Dios no minimizará ni va a estimularnos a pecar, al contrario, revelará la magnitud de nuestros pecados y nos animará a alejarnos de ellos.

 

Jesús nunca ofreció algún factor favorable que excusara a esta mujer; porque no había excusa para su comportamiento. Por el contrario, Jesús fue más allá de los acusadores, ellos la acusaron de un solo acto, pero Jesús reveló una vida de pecado. Sin embargo, Sus misericordias perdonaron sus pecados. Y Su gracia la ayudó y la incitó a alejarse de sus pecados y del reguero que ella misma se había creado.

 

 

Preguntas:

  1. ¿Con quién te identificas más? ¿con la mujer o con sus acusadores? ¿Por qué?
  2. Cuando pecamos tendemos a tener excusas y presentar factores mitigantes que nos exoneren, ¿crees que tus razones serán suficientes como para salir exonerado ante Dios?
  3. Al entrar en la presencia de Dios, ¿sería más prudente excusar tus pecados o simplemente permanecer callado? ¿Por qué?
  4. ¿Cómo se han manifestado las misericordias de Dios en tu vida? ¿El hecho de que Dios es misericordioso hace que peques más o menos?
  5. ¿Alguna vez la gracia de Dios te ha ayudado a atravesar el desastre que tus pecados han causado? ¿Cómo?

 

Padre Celestial, al responder cada pregunta de arriba puedo decir que me identifico más con la mujer que con sus acusadores, porque soy pecador y he recibido esa misericordia y gracia de tu parte siempre y la sigo recibiendo, nunca me has acusado, sino que me has guiado para que me aleje de mi pecado y me has ayudado a atravesar cada desastre que yo mismo he causado.  Tu gracia infinita me ayuda a alejarme de mis pecados y acercarme más y más a la fuente de vida que eres Tú.