Moldeado

 

 

Viernes, 24 de agosto de 2018

 

Si lo piensas, son muchas las personas que han influenciado tu vida para llegar a ser la persona que eres hoy en día; sin embargo, las personas que más han impactado tu vida, para bien o para mal, son aquellas con las que tuviste o tienes algún tipo de relación. Cuando yo pienso en las personas que más han influenciado e impactado mi vida pienso en mis padres, mis hermanas y muchas de mis amistades, pero nadie me ha influenciado e impactado más que Jesús. Cada vez deseo ser más y más como Él. Pero yo no siempre he pensado de esta manera, porque antes pensaba que ser como Cristo era una meta inalcanzable; por lo menos para mí lo era. Porque puedo recordar de niño todas las promesas que le hice a Dios pero que no fui capaz de mantenerlas de manera consistente. De hecho les pudiera escribir de las promesas que como adulto le hice a Dios y que tampoco fui capaz de mantenerlas consistentemente. Así que decidí que lo que tenía que hacer era trabajar en convertirme en una versión mejorada de mí mismo. Ser como Jesús y exhibir su carácter era una misión imposible para mí.

 

A pesar de lo imposible que era para mí el ser como Jesús, a medida que leía el Nuevo Testamento era evidente que Dios quería moldear mi carácter al de su Hijo Jesús. Pablo escribiéndole a los creyentes en Roma les dice que el plan de Dios era que sus vidas fuesen transformadas a la imagen de Jesús. Ahora, ¿por qué Dios nos pediría hacer algo que Él mismo sabe que es posible para nosotros? ¿Por qué nos pediría el ser transformados a la imagen de Jesús, cuando no podemos ni tan siquiera ser las personas que pensamos que deberíamos ser mucho menos el ser como Jesús? La respuesta es porque Dios no sólo nos ha dado a su Hijo como el modelo al cual deberíamos aspirar a ser, sino que también nos ha dado a su Hijo como el vehículo a través del cual podemos lograr dicha transformación.

 

 “Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada.” – Juan 15: 5 NVI

 

Jesús no es sólo el modelo, Él también es quien nos lleva a la transformación. Antes, cuando yo pensaba en ser como Jesús, pensaba en todas aquellas cosas que tenía que dejar de hacer y en aquellas que tenía que comenzar a hacer. Lo cierto es que la mayoría de ellas no pude lograr hacerlas consistentemente. Por ahora mi meta es la de permanecer en Jesús y dejarle a Él que manifieste su carácter a través de mí. Después de todo separado de Él no puedo lograr nada y separado de Él tampoco tú podrás lograr nada. Así que ahora no me enfoco tanto en convertirme en una buena persona, ahora me enfoco en mantenerme conectado a Jesús. Ahora me despierto todos los días y le digo a mi Señor Jesús, yo no puedo, pero sé que tú puedes a través de mí.

 

Si realmente estás comprometido a ser moldeado a la imagen de Jesús vas a tener que pensar en términos de una relación y no de una religión. Ya no me concentro en ser como Jesús, aunque esa es mi meta, porque eso es lo que hace la religión. Ahora me concentro en permanecer conectado a Él y le permitió trabajar su carácter a través de mi vida. La religión como máximo sólo podrá ayudarme a lograr convertirme en una versión mejorada de mí mismo, pero el permanecer conectado en una relación con Jesús eventualmente me transformará a la imagen de mi Señor Jesucristo. Porque Jesús no sólo es el modelo sino que también es el vehículo y permanecer conectado a Él es el método. Por eso no es una religión sino más bien una relación.

 

Amado Jesús quiero permanecer conectado a ti en todo momento, quiero que Tú, que eres la planta principal, me alimente a mí que soy una rama y que entiendo que si me desconecto de ti de inmediato me muero, porque separado de ti nada puedo hacer. Gracias porque me enseñas que yo no tengo que esforzarme a cambiar, sino que Tú lo haces a través de esa relación íntima que tenemos y que ambos disfrutamos. Quita de mí toda religión para que yo pueda disfrutar de esa relación contigo.