Mucha Gente

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Me encantan las ciudades grandes pero no me gustan las multitudes. Pocas cosas me estresan más que pasar horas en el tráfico o en largas filas. En los Estados Unidos, con más del 80% de las personas viviendo en las ciudades, la población crece cada día más y el tiempo que hay que pasar en el tráfico y en filas para hacer cosas tan simples como comprar comida o cambiar un cheque también. Con cada vez más y más personas mudándose a las ciudades, una simple visita al médico que queda a unas pocas millas de distancia puede convertirse en un evento que dura todo el día, debido a la cantidad de tiempo que tienes que pasar en el tráfico para llegar. Y una vez que hayas luchado en contra del tráfico ahora la misión es encontrar un lugar en donde estacionarse, luego en la sala de espera vas a tener que pasar un buen tiempo, hasta que finalmente el médico te atiende y ahora tienes que regresarte al tráfico de donde saliste.

El tráfico y las largas filas no son la única desventaja de vivir en ciudades con tanta gente. En estas ciudades también se amontona la basura, hay todo tipo de contaminaciones, obscenidades y un montón de gente grosera. En las ciudades grandes es fácil no percibir las cosas realmente hermosas que nos rodean, como la naturaleza misma. Mientras más se pavimenta la tierra más desaparece la belleza natural creada originalmente por Dios para nosotros. De nuevo, me encantan las ciudades grandes, pero el que tantas personas vivan en un mismo lugar puede llegar a ser muy estresante.

Salmos 23: 1-3 NVI

El Señor es mi pastor, nada me falta; 2en verdes pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce; 3me infunde nuevas fuerzas.

El antídoto para un mundo repleto de gente es recargarte rodeándote de belleza. Antes de Dios colocar a Adán y a Eva en la tierra la llenó con todo tipo de maravillas visibles, audibles y fragantes. La belleza es el antiestresante de Dios para nuestras vidas. Así que te voy a sugerir algunos pasos espirituales que puedes poner en práctica para eliminar el estrés producto de tanta gente en un mismo lugar.

1. Rodéate de belleza.

Practica salir a caminar y contempla la belleza de la creación de Dios: Escucha los sonidos de la naturaleza que te rodean, detente y deléitate con el aroma las rosas, observa la salida y la puesta del sol, contempla la luna, las estrellas y todo lo creado por Dios que está a tu alrededor.

2. No salgas sin maquillarte.

En las grandes ciudades algunas personas están tan estresadas ​que la verdad es que no le prestan mucha atención a cómo lucen y actúan. Maquíllate y arréglate todos los días antes de salir, pero no sólo exteriormente, sino también maquilla tu interior con humildad, bondad, paciencia y amor.

3. Comienza el día con Dios

Antes de adentrarte en la multitud y la fealdad que son partes de las ciudades grandes empieza tu día con Dios. Se dice que los primeros siete minutos del día marcarán la pauta de cómo será el resto del día. Pasa por lo menos siete minutos en la mañana en la presencia de Dios, antes de salir a adentrarte en la jungla de cemento, y el Señor refrescará tu alma.

Es simple, en un mundo lleno de tanto estrés refréscate con la belleza de Dios, tanto externa como internamente.

Padre Celestial sé que tu voluntad es que yo me deleite en todo lo creado por ti, no permitas que el estrés de esta gran ciudad donde vivo me robe lo que tú me obsequias, disfrutar de la belleza interior y de la que puedo ver en tu magnifica creación.