No importando quién eres

 

 

 

Lunes 29 de octubre del 2018n

 

Las personas siempre juzgan su relación con Dios en base a su comportamiento personal. Sólo pídele a una persona que sabes que no está bien que le entregue su corazón a Cristo y te dirá: “No estoy listo, hay cosas que tengo que cambiar primero”. O mira cómo reaccionan los creyentes que saben que están mal delante de Dios y su reacción inmediata es la de esconderse de Dios en vez de correr a Dios. Esta quizás sea la forma en como interactúas con Dios, pero nos es la manera en que Dios interactúa con nosotros.

 

Dios había dividido el Mar Rojo para que Moisés y el pueblo de Israel cruzaran y entraran al desierto en camino hacia la tierra prometida. Cuarenta años más tarde había llegado la hora de entrar en la tierra prometida, Moisés había muerto y le tocaba a Josué cumplir con esta tarea. Pero entre Josué y la promesa había una ciudad fortificada llamada Jericó, a la cual Josué envía dos espías para que la exploren antes de destruirla. Pero cuando estos entraron a la ciudad alguien los vio entrar a la posada de Rahab la ramera. Al enterarse de que los espías habían entrado en la ciudad, el rey de Jericó le envió a Rahab la orden de que entregase a estos hombre. Pero Rahab le dijo a los hombres del rey que los espías ya habían salido pero que si se movían rápido quizás los podrían alcanzar. Pero la verdad era que ella los había escondido en la azotea de su casa.

 

Esa noche, antes de que los espías se durmieran, Rahab subió a la azotea para hablar con ellos. Les dijo: —Sé que el Señor les ha dado esta tierra. Todos tenemos miedo de ustedes. Cada habitante de esta tierra vive aterrorizado. Pues hemos oído cómo el Señor les abrió un camino en seco para que atravesaran el mar Rojo cuando salieron de Egipto. Pues el Señor su Dios es el Dios supremo arriba, en los cielos, y abajo, en la tierra. »Ahora júrenme por el Señor que serán bondadosos conmigo y con mi familia, ya que les di mi ayuda. Denme una garantía de que, cuando Jericó sea conquistada, salvarán mi vida y también la de mi padre y mi madre, mis hermanos y hermanas y sus familias.—Te ofrecemos nuestra propia vida como garantía por la tuya. – Joshua 2: 8-9, 11-14 NTV

 

Unos días después de esto Josué y el pueblo de Israel entraron a Jericó para destruirla, pero de todas las personas que habitaban en esa ciudad solamente se salvaron Rahab la ramera y su familia. Y 1,400 años después encontramos a esta mujer prostituta no hebrea en el libro de los hebreos en el salón de la fama junto a personas como, Noé, Abraham y Moisés.

 

Esto es increíble, Rahab la ramera entre los héroes de la fe del antiguo testamento. Es que Rahab hizo algo completamente opuesto a lo que muchas personas hoy hacen, no se acercó a Dios en base a quien ella era sino en base a quien Dios es. Ella entendía lo que muchas personas no acaban de entender y es que tus pecados pueden distanciarte a ti de Dios pero nunca podrán distanciar a Dios de ti.

 

Ponerte en los zapatos de Rahab es entender que tus pecados no son un impedimento para que Dios te salve, sino más bien son la razón por la que envió a su Hijo para salvarte.

 

Padre Celestial gracias porque Tú nunca me dejas ni te apartas de mí, soy yo el que lo hago cuando siento que no estoy haciendo las cosas bien; gracias por recordarme que no importa mi condición, Tú me amas y me aceptas tal cual soy, tanto es así que mandaste a tu amado Hijo a morir en la cruz por mí.