No tiene sentido

 

 

 

Martes, 24 de enero

 

El hecho de que algo no te guste no significa que sea malo para ti. Y de igual forma, porque algo te guste no significa que es bueno para ti. Y el hecho de que muchas veces lo que Dios quiere en nuestras vidas no tiene sentido no significa que debemos ignorarlo.

 

La mayoría de nosotros tenemos algún tipo de idea en cuanto a lo que Dios quiere que hagamos o en cuanto adonde Él nos está guiando. Pero cuando analizamos nuestras circunstancias, lo que Dios quiere simplemente no tiene sentido. Sé que Dios quiere que perdone a esa persona, pero después de lo que me hicieron, eso no tiene sentido. Sé que Dios quiere que yo sea más generoso, pero al analizar mis finanzas, eso no tiene sentido. Y nuestro dilema es, si confiar en Dios o no. Lo interesante es que Dios sabe que lo que Él quiere que hagamos a menudo no tiene sentido para nosotros. Pero Su meta no es nuestra cooperación; Su meta es que confiemos en El.

 

Hoy quisiera contarles la historia de un hombre llamado Naamán, quien era el capitán del ejército del rey de Aram y quien había caído enfermo de lepra. Unas cuantas veces al año Naamán y su ejército cruzaban la frontera con Israel y lo saqueaban, llevándose todo lo que querían. En una ocasión se llevaron a una jovencita judía para servir a la mujer de Naamán. Y esta joven le había contado a la esposa de Naamán que había un profeta en Israel que podía sanar a su esposo. Como Naamán no tenía nada que perder decidió ir a Israel para visitar al profeta. Ahora bien, Naamán era un hombre al que los israelitas le temían porque cada vez que él los visitaba era para saquearlos. Cuando Naamán llegó a la casa el profeta acompañado de su ejército ni siquiera éste salió a recibirle, simplemente le envió un mensajero diciéndole que fuera a bañarse en el río Jordán. La Biblia dice que Naamán esperaba que el profeta saliera y que le colocara su mano sobre el área afectada y que hiciera una oración en el nombre del Señor. Pero lo que le sucedió a Naamán para él no tenía sentido. Así que se molestó muchísimo. Afortunadamente, uno de los hombres que le acompañó le dijo: “ya estamos aquí, confía en lo que Dios quiere que hagas, después de todo no tienes nada que perder”.

 

 

2 Reyes 5: 14-15 NVI

Así que Naamán bajó al Jordán y se sumergió siete veces, según se lo había ordenado el hombre de Dios. ¡Y su piel se volvió como la de un niño, y quedó limpio! Luego Naamán volvió con todos sus acompañantes y, presentándose ante el hombre de Dios, le dijo: Ahora reconozco que no hay Dios en todo el mundo, sino sólo en Israel.

 

Naamán no tenía ni idea de lo importante que sería su decisión de confiar en Dios. Había ido a visitar al profeta porque quería que su circunstancia fuese transformada, pero al final él fue el que salió transformado. Nota que Naamán no hizo mención alguna de su sanidad divina, porque estaba tan impactado con el hecho de que había descubierto al único y verdadero Dios. Al igual que Naamán, no tenemos ni la más mínima idea de la importancia de confiar en Dios, aun cuando lo que nos pide no tiene sentido.

 

Padre Celestial muchas veces puedo llegar a pensar que lo que me estás mandando a hacer no tiene sentido para mí, pero luego, al ver los resultados me confirman una vez más que Tú eres un Dios perfecto y a la vez tan amoroso. Gracias Padre amado porque me enseñas a través de tu palabra y mis propias experiencias que vale la pena confiar en ti y reconocer tu grandeza en todo momento.