Pase de acceso total

 

 

Pase de acceso total

Miércoles, 10 de enero de 2017

 

Al principio, cuando el mundo estaba exactamente como Dios quería que fuera, Adán y Eva caminaban y hablaban con Dios sin temores ni preocupaciones. Sin embargo, una vez que el pecado entró al mundo todo cambió y el relacionarse con Dios ya no era lo mismo. Por ejemplo, cuando Dios se le apareció a Moisés, le dijo: “Quítate las sandalias de tus pies, porque el lugar donde pisas sagrado es”. Cuando Dios llamó al profeta Elías fuera de la cueva, el profeta se cubrió la cara con un manto y solo se atrevió a llegar hasta la entrada de la cueva. Cuando Dios le habló a Jacob en un sueño, Jacob se despertó asustado y dijo: ¡Cuán espantoso es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios y puerta del cielo. Inmediatamente después de que Adán y Eva pecaron, su reacción fue esconderse de Dios. Ahora tenían miedo y estaban preocupados.

 

Después de la caída del hombre y antes de Jesús, el encontrarse con Dios era algo aterrador; las personas literalmente morían ante la presencia de Dios. Después de la caída del hombre, Dios se volvió regional; Él estaba con el pueblo hebreo, pero habitaba en la parte más interna del Templo, en una habitación que se llamaba el Lugar Santísimo, en donde no se le permitía entrar a nadie, excepto al sumo sacerdote que una vez al año ofrecía sacrificios por los pecados del pueblo.

 

Se dice que antes de que el sumo sacerdote entrara al Lugar Santísimo, se le ataba una soga al tobillo. Si el sacerdote no se había preparado adecuadamente antes de entrar, moría en presencia del Señor y cualquiera que intentara entrar para remover su cuerpo también moría. Por lo tanto, la razón de la soga, era por si el sacerdote moría en la presencia de Dios, la única forma de sacarlo era halándolo por la soga que llevaba amarrada.

 

El pecado de Adán y Eva cambió la forma en que nos relacionamos con Dios; eso fue hasta que Jesús fue colgado en una cruz para perdonarnos y limpiarnos de todos nuestros pecados. Según el apóstol Mateo, cuando Jesús murió, la tierra tembló y, al mismo tiempo, la cortina del templo que separaba el Lugar Santísimo se rasgó de arriba abajo, permitiendo a los que han sido perdonados tener acceso directo a Dios. Ahora ya no tenemos que escondernos de Dios ni temer a Dios, por el contrario, somos bienvenidos y aceptados en su presencia, todo gracias al sacrificio de Jesús.

 

Desde la caída del hombre y hasta la llegada de Jesús, los hombres y las mujeres vivían separados de Dios, sin poder tener una relación íntima con Él; nadie podía entrar en Su espacio sagrado. Hoy, sin embargo, tenemos la bendición que los héroes del Antiguo Testamento nunca pudieron haber imaginado, un total acceso a Dios en su espacio sagrado. Ya no tenemos que huir de Dios cuando pecamos, ahora podemos correr hacia Dios, porque en Cristo recibimos el perdón por todos nuestros pecados y tenemos acceso directo a Su presencia.

 

Preguntas:

  1. ¿Cómo crees que las personas del Antiguo Testamento percibían el tener una relación con Dios?
  2. ¿Cómo te sientes personalmente acerca de entrar a la presencia de Dios?
  3. ¿Estás más seguro de entrar en la presencia de Dios cuando crees que te portaste bien y por qué?
  4. ¿Sientes que es menos probable que entres a Su presencia cuando sabes que has pecado y por qué?
  5. ¿Cómo deberías sentirte sabiendo que tienes un pase de acceso completo a la presencia de Dios?

 

Padre Celestial, que gran alegría me da el saber que tengo acceso total a tu presencia siempre, sin importar la condición en que me encuentre; no tengo que huir de ti cuando peco, sino que más bien puedo correr hacia ti buscando tu perdón y restauración. Gracias por tu amor infinito para conmigo.