Perdonando

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Miércoles, 05 de abril

 

“Felices los que procuran por la paz” – Jesús (Mateo 5: 9)

 

Perdonar a la persona que te hirió o te causó daño a menudo puede ser algo extremadamente difícil de hacer. Perdonar a la persona que abusó de ti emocional o físicamente no es cosa fácil. Perdonar al que te mintió, engañó o robó es una tarea monumental. Pero recuerda siempre que el perdón no se da para el beneficio de la persona que te ofendió, sino para el beneficio de la persona que ha sido ofendida. Cuando no perdonas la ira y el resentimiento inmediatamente comienzan a inundar tu corazón y estas emociones son tóxicas y causarán que tú le hagas daño y hieras a las personas más cercanas a ti. Pero cuando el perdón se hace de la manera correcta transforma la forma en que vives, porque cuando perdonas la ira y el resentimiento son reemplazados por la paz y la felicidad.

 

Los tres pasos del perdón

 

  1. Revela tus heridas

 

Nunca podrás sanar hasta que admitas que estás enfermo y nunca superarás el dolor hasta que admitas que te duele. Se pueden ignorar las heridas, se pueden suprimir, pero a corto y a largo plazo te causarán muchos problemas y aún más dolores. Lo mejor que puedes hacer con tus heridas es revelarlas. Recuerda que las cosas que se ignoran no mejoran.

 

  1. Perdona a quien te ha ofendido

 

Una vez que hayas confesado tus heridas, inmediatamente debes perdonar al ofensor. La mayoría de las veces el que te hirió continuó viviendo su vida sin pensar en el dolor que te causó. Es más, es posible que la persona que te hirió ni tan siquiera esté viva y no tiene sentido estar enojado con alguien que nada puede hacer por ti. No esperes a que el ofensor busque tu perdón, recuerda que estás haciendo esto por tu bien.

 

Señor, ¿cuántas veces debo perdonar a alguien que peca contra mí? ¿Siete veces? No siete veces —respondió Jesús, sino setenta veces siete.”

– Mateo 18: 21-22

 

El perdonar a veces toma tiempo, algunas veces horas, días, semanas, meses e incluso años. Pero sabrás que has perdonado completamente al ofensor cuando ya no sientas más dolor.

 

  1. Reemplaza tu dolor con la paz de Dios

 

Una vez que hayas perdonado a la persona quedará un espacio vacío en tu corazón donde habitaba tu dolor, Dios quiere llenar ese espacio con Su paz.

 

“Que gobierne en su corazones la paz de Cristo.” – Colosenses 3:17

 

No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos. Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos. No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios…”

– Romanos 12: 17-19 NVI

 

La meta no es tratar de complacer a todas las personas. La meta es hacer lo correcto, lo honorable por causa de tu sanidad personal.

 

Gracias Padre Celestial por mostrarme la importancia del perdón, decido perdonar a cualquier persona que me haya ofendido o hecho daño de cualquier manera y lleno ese espacio donde estaba mi dolor con tu paz amado Dios. Ayúdame a nunca pagarle a nadie mal con mal y a procurar hacer siempre lo que es bueno delante de tus ojos. Gracias por amarme tanto y por darme tu paz que sobrepasa todo entendimiento.

 

 

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