Perdonándote a ti mismo

 

 

Jueves, 23 de marzo

 

Es increíble lo fácil que es para la culpabilidad entrar en nuestros corazones. Si comemos más de lo debido o gastamos más dinero de lo que deberíamos, nos sentimos culpables. Si lastimamos a alguien o si no pasamos suficiente tiempo con nuestros seres queridos, nos sentimos culpables. Cada vez que hacemos algo de lo cual estamos conscientes que está mal, no importa cuáles sean las razones, la culpabilidad entra en nuestro corazón. Porque la culpabilidad es una emoción incómoda que nos informa y nos recuerda de nuestras acciones malas o inapropiadas.

 

Es increíble lo fácil que es remover la culpabilidad de nuestros corazones, primero tenemos que reconocer lo malo o inapropiado en nuestras vidas. Segundo, tenemos que asumir la responsabilidad por nuestras faltas. Nunca es una buena idea esconder, suprimir, excusar o culpar a otros por nuestras faltas. Tercero, necesitamos pedirle a Dios que nos perdone. El perdón nos limpia del pecado. Cuarto, necesitamos confesar nuestros pecados a otra persona. La Biblia nos enseña que Dios nos limpia a través del perdón pero es a través de la confesión que nos sana de las enfermedades que producen los pecados. Este cuarto paso es imprescindible pero también es el más difícil y peligroso. Por eso siempre recomiendo que se tome este paso sabiamente. Elige a la persona adecuada, escoge a alguien de confianza que sabes que no te va a juzgar. Y Nunca te confieses con una persona del sexo opuesto. Ahora examinaremos brevemente el quinto y último paso para deshacerte de la culpabilidad.

 

Acepta el perdón de Dios y perdónate a ti mismo.

 

No somos más santos que Dios, si Él nos perdona y nos limpia de nuestras faltas, quienes somos nosotros para no perdonarnos a nosotros mismos. Debemos aprender a perdonarnos de la misma manera que Dios nos ha perdonado.

 

Dios nos perdona INMEDIATAMENTE; Cuando nos presentamos ante Dios y le pedimos su perdón Él nunca nos dirá: “déjame pensarlo.”

 

Dios nos perdona COMPLETAMENTE; No hay pecado muy grande, malo o chocante para Dios.

 

Dios nos perdona GRATUITAMENTE, nunca tenemos que hacer nada para ganarnos el perdón de Dios; No hay precio que pagar. Es gratis, pero no es barato, todos nuestros pecados fueron pagados en la cruz.

 

Miqueas 7: 18-19 MSG

 

¿Dónde hay otro Dios como tú, que perdona la culpa del remanente y pasa por alto los pecados de su preciado pueblo? No seguirás enojado con tu pueblo para siempre, porque tú te deleitas en mostrar tu amor inagotable. Volverás a tener compasión de nosotros.  ¡Aplastarás nuestros pecados bajo tus pies y los arrojarás a las profundidades del océano!

 

¡Gracias Padre Celestial! Que verdad tan reconfortante y llena de esperanza, Tú me perdonas y como si fuera poco arrojas mi pecado al fondo del mar y los aplastas con tus poderosos pies. Dame la la sabiduría necesaria para escoger a esa persona que le puedo confesar mi pecado también y ayúdame a perdonarme a mí mismo, porque si Tú me perdonaste entonces ya no hay condenación para mí. Gracias por tu precioso Hijo Jesús, porque no hay condenación para los que estamos en Él.