Poder

 

 

 

Lunes, 18 de septiembre

 

Poder es algo que todos tenemos de una manera u otra. Algunos tienen más poder que otros, pero todo el mundo tiene poder. Los padres tienen poder sobre sus hijos, los jefes tienen poder sobre sus empleados, y personas con dinero tienen poder en el mercado. El poder viene de muchas maneras. Tenemos el poder de servir a los demás o de servirnos a nosotros mismos, tenemos el poder de amar o de ser apáticos, tenemos el poder de hacer el bien o de hacer el mal. Todos tenemos un grado de poder pero la verdad es que nunca es suficiente, por eso siempre estamos buscando obtener más. Quizás más poder económico, más poder para influenciar, o tal vez más poder para alcanzar nuestros sueños. Sin embargo, cuando se trata del poder la pregunta importante no es cuánto tenemos o cuánto nos gustaría tener. La pregunta importante es: ¿Qué estamos haciendo con el poder que tenemos?

 

Hace un poco más de dos mil años atrás había un hombre muy poderoso llamado Poncio Pilato designado por el emperador romano Tiberio para ser el gobernador de Samaria y de Judea. Sus responsabilidades principales eran recaudar impuestos y mantener la paz. Pero era evidente por la manera cómo Pilato utilizaba su poder que no le caían bien los judíos. Y de igual forma es obvio que a los judíos tampoco les caía bien Pilato. Sin embargo Pilato tenía que tratar con ellos y de vez en cuando los judíos necesitaban algún favor de él. En una ocasión los líderes judíos necesitaban que Pilato utilizara su poder para concederles un favor, ellos habían arrestado a un hombre llamado Jesús a quien querían sentenciar a muerte, pero no lo podían hacer sin la aprobación de Pilato. Así que llevaron a Jesús ante Pilato y después de una breve conversación con él, Pilato no podía encontrar razón alguna para sentenciar a Jesús a muerte. Después de la conversación Pilato se presenta con Jesús ante los judíos y les explica que no podía encontrar una razón por la cual sentenciarlo. Sin embargo, los judíos con ferocidad insistían en una sentencia de muerte. El hecho de que los judíos insistiesen en que sentenciaran a muerte a un hombre judío sorprendió a Pilato. Pilato comenzó a temer que un motín estuviera a punto de estallar, lo que hubiera sido razón suficiente para que el emperador Tiberio lo removiese de su posición de poder. Preocupado por el daño que esto le pudiese causar, él trae a Jesús de nuevo, pero esta vez para azotarlo con el fin de calmar al pueblo. En aquellos tiempos azotar a una persona era lo más cerca que se podía llegar a una sentencia de muerte sin matar a la persona. La mayoría de las personas no sobrevivían a esos azotes, el que no moría en el momento moría eventualmente a causa de las complicaciones de tan graves heridas. Una vez más, Pilato regresa con Jesús y se presenta ante los judíos, esta vez con un Jesús golpeado y todo ensangrentado, pero los judíos aún no estaban satisfechos. No sólo querían ver a un Jesús herido y ensangrentado sino que querían verlo muerto. De nuevo, Pilato queda sorprendido por la reacción y esto le causó mucho miedo. Otra vez Pilato manda a traer a Jesús en donde tiene la siguiente conversación.

 

Juan 19: 8-11 NVI

Al oír esto, Pilato se atemorizó aún más, 9 así que entró de nuevo en el palacio y le preguntó a Jesús: —¿De dónde eres tú? Pero Jesús no le contestó nada.

 

—¿Te niegas a hablarme? —le dijo Pilato—. ¿No te das cuenta de que tengo poder para ponerte en libertad o para mandar que te crucifiquen? —No tendrías ningún poder sobre mí si no se te hubiera dado de arriba —le contestó Jesús—.