Reconociendo nuestra dependencia de Dios

Cuando Jesús enseñó a sus discípulos a orar y llegó a la parte que dice “danos el pan de cada día”, lo más seguro es que estos muchachos judíos se remontaron al tiempo donde Dios hacía que cayera el maná del cielo para alimentar a su pueblo en el desierto luego de haberlos sacado de la esclavitud de Egipto, ellos no sólo declaraban su dependencia de Dios sino que tenían que depender diariamente de El para que hiciera llover maná del cielo y así poder alimentarse.

Mateo 6:11

El pan nuestro de cada día dánoslos hoy.

Al hacer Jesús esta declaración estaba diciendo que no podemos olvidar que nuestra provisión diaria viene de Dios, aunque tengamos el refrigerador lleno para varios días, la cuenta de banco con dinero y todas nuestras necesidades cubiertas, tenemos que seguir reconociendo que Dios es quien nos suple.

Así como el pueblo judío en Éxodos se despertaba en la mañana diciendo, “hoy necesito que Dios me supla”, nosotros también, porque por la única razón que tenemos abundancia es gracias a El y la dependencia que tenemos de El.

Muchas veces las personas llegan a pensar que porque tienen tanto no necesitan a Dios, ponen su seguridad en el dinero que tienen ahorrado, y está bien que ahorres, pero no puedes poner tu seguridad en esto, sino siempre depender de tu Padre Celestial.

Esto me recuerda la parábola del rico insensato que guardó y guardó, tanto que llegó a pensar que tenía que demoler los graneros que tenía para construir otros más grandes y dijo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida. Pero Dios le dijo: Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?

Esta persona dependía de lo que había llegado a acumular a lo largo de los años y cuando creyó que esto era lo que le iba a dar la seguridad para descansar y darse buena vida, ese mismo día la perdió.

Es simple, cuando le pedimos a Dios que nos supla el pan de cada día estamos reconociendo nuestra dependencia de El para que nos supla todo lo que necesitamos a diario, aunque vivamos en abundancia.

Padre celestial gracias porque tú siempre me has dado el pan de cada día, nunca me ha faltado esa provisión diaria porque Tú eres un Dios bueno y misericordioso, no porque yo me lo merezca. Ayúdame a depender de ti para todo cada día de mi vida.