Se Requiere Una Intervención Divina. – Bobby Cruz Jr.

 

Lunes , 29 de febrero.

Están nuestros planes y luego está el propósito divino de Dios. Moisés fue un israelita adoptado por la nobleza, educado en las mejores escuelas y criado en un palacio egipcio. Mientras que él vivía una vida de privilegios sus compatriotas estaban siendo esclavizados. Gracias a la intervención de Dios su madre biológica fue contratada para ser su niñera. Me la puedo imaginar diciéndole constantemente: “Moisés, fuiste colocado aquí con un propósito. Llegará el día en que librarás a nuestra gente de la esclavitud”.

Un día, Moisés vio a un egipcio golpeando a un esclavo hebreo y su pasión por la justicia llegó a su punto, así que Moisés decidió que era hora de ejecutar su plan mal concebido. Mató al egipcio. Al día siguiente Moisés se encontró con el esclavo hebreo, probablemente esperando algún aprecio o elogio, pero todo lo que recibió fue una expresión de ira. “¿Vas a matarme a mi también?” le preguntó el esclavo. Moisés inmediatamente supo que su plan lo había metido en graves problemas. Así que decidió huir al desierto en donde se escondió en un pueblo lejano sin intención alguna de regresar.

Unos cuarenta años más tarde Moisés ya casi está en sus ochenta años de edad y sus compatriotas siguen esclavizado. Pero ahora Dios estaba listo para liberarlos. Probablemente después de ese desastre yo no hubiese enviado la versión del viejo de ochenta años, quien salió huyendo de Egipto, y lo más probable es que tú tampoco, pero Dios sí. Eso sí, esta vez Dios llevaría a cabo su propósito a su manera y en su tiempo. El único problema con el plan de Dios es que si el Moisés de cuarenta años, el fuerte, educado y entrenado en batalla no pudo rescatar a su gente. ¿Cómo este Moisés debilitado por los años habría de hacerlo?

Éxodo 3: 6-8, 10-11 NTV

Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Cuando Moisés oyó esto, se cubrió el rostro porque tenía miedo de mirar a Dios. Luego el Señor le dijo: —Ciertamente he visto la opresión que sufre mi pueblo en Egipto. He oído sus gritos de angustia a causa de la crueldad de sus capataces. Estoy al tanto de sus sufrimientos. Por eso he descendido para rescatarlos del poder de los egipcios, sacarlos de Egipto y llevarlos a una tierra fértil y espaciosa.

Ahora ve, porque te envío al faraón. Tú vas a sacar de Egipto a mi pueblo Israel. Pero Moisés protestó: —¿Quién soy yo para presentarme ante el faraón? ¿Quién soy yo para sacar de Egipto al pueblo de Israel? Dios contestó: —Yo estaré contigo.

La pregunta de Moisés reflejaba sus cuarenta años de vivir en el desierto. Aunque su pasión, preparación, y educación aún estaban ahí, esto no era suficiente para cumplir su propósito divino, hacía falta algo más. La diferencia en esta ocasión sería la intervención de Dios. Yo soy Dios… He visto… He oído… Estoy al tanto… He decidido rescatarlos y sacarlos… Yo te envío… Y la respuesta de Dios a su pregunta, Yo estaré contigo.

Creo que la mayoría de los cristianos de hoy en día viven sus vidas sin intentar hacer algo que requiera la intervención divina de Dios. Se conforman con pedirle a Dios prosperidad y seguridad para ellos y sus seres queridos, lo que con diligencia pueden lograr por ellos mismos, sin la intervención de Dios. Sin embargo, Dios nos ha creado a todos con un propósito divino en mente, pero su propósito siempre requerirá su intervención divina.

El plan de Moisés fue un plan superficial y mal concebido, no porque le faltara pasión, preparación y educación, sino más bien porque a los cuarenta años no se dio cuenta de lo que finalmente se dio cuenta a los ochenta, de que hay planes que no requieren intervención divina, pero hay planes que sólo se pueden lograr con la intervención divina de Dios.

Así que permíteme preguntarte, ¿Estás trabajando en algo que requiere que Dios intervenga?

Padre Celestial deseo vivir una vida completamente dirigida hacia el propósito divino que tienes para mí, no permitas que me adelante tratando yo de hacer mis propios planes por no ser paciente esperando tu tiempo perfecto. Gracias por amarme de tal manera que intervienes haciendo por mi lo que sólo Tú puedes hacer.