¿Simple o complicado?

 

Si yo te pidiera que te detuvieras un momento y me describieras tu vida, ¿qué me responderías al preguntarte cuándo fue la última vez que sentiste que tenías espacio para respirar, que tus relaciones estaban marchando sobre ruedas, que tus finanzas estaban bajo control, que te sentiste en paz y totalmente conectado con Dios? Ahora, permíteme resumir todas las preguntas anteriores en una sola: ¿tu vida es simple o complicada? En base a las respuestas de cada una de esas preguntas, la mayoría de la gente contestaría la última pregunta con esta respuesta: “complicada”.

Y el problema con las vidas complicadas es que eventualmente nos llevan a todo tipo de problemas: relacionales, físicos, emocionales e incluso espirituales. Sé muy bien los resultados de una vida complicada. Lo interesante es que Cristo vino a este mundo no sólo para salvarnos, sino también para simplificar nuestras vidas.

Mateo 11:29
Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma.

Tenemos la tendencia a creer que si reorganizamos los asuntos externos de nuestras vidas éstas se van a volver más simples, pero de acuerdo a este pasaje, el problema se encuentra en nuestro interior, o sea en nuestras almas. Según este pasaje tenemos que hacer dos cosas. En primer lugar debemos soltar nuestras cargas y estar dispuestos a cargar las de Jesús, esto significa intercambiar nuestras cargas por las de Él. En segundo lugar debemos permitir que Jesús nos enseñe cómo reorganizar nuestras vidas en todas las áreas.

Padre Celestial, ayúdame a vivir la vida simple que Tú me ofreces a través de tu Hijo Jesús. Te pido que me ayudes a reorganizar lo que está sucediendo dentro de mí al punto de que yo elija soltar mis cargas para aceptar tu carga que es liviana y de esta manera disfrutar de mi vida en base a tus enseñanzas y no en base a mi propio entendimiento.