Sorprendidos por la gracia

  

  

Lunes 10 de diciembre de 2019 

  

   

Si te portas bien ahí vemos, no te vas a salir con la tuya, tus acciones tienen consecuencias, lo que siembras cosechas… Cuando yo era pequeño tenía una imagen de un Dios que pesaba mis buenas y malas acciones en una balanza que siempre se inclinaba en la dirección desfavorable para mí. Es instintivo de cada sistema de creencias religiosas el creer que en algún lugar hay un Dios bueno en busca de gente buena, o por lo menos personas que han producido suficientes buenas obras como para inclinar la balanza en la dirección que los favorece. Los musulmanes creen en la doctrina del código de leyes, los hindúes creen en el karma, los budistas creen en un camino de ocho partes y los hebreos creen en el pacto; cada una de estas religiones ofrece un camino para equilibrar la balanza con el fin de recibir la aprobación de su Dios. Sólo el cristianismo nos ofrece la gracia, sólo el cristianismo nos brinda el amor incondicional de Dios.

   

En la parábola de los trabajadores de la viña, Jesús nos cuenta la historia de un propietario que salió una mañana con el fin de contratar trabajadores para su viña. Acordó pagarles el salario regular de un día de trabajo y luego los envía a trabajar. Más tarde en la mañana el propietario ve a algunas personas en la plaza del mercado sin hacer nada y les ofrece trabajo diciéndoles que al final del día les pagaría lo que fuera justo. Lo mismo sucede al mediodía y luego a las tres de la tarde. A las cinco de la tarde el propietario regresa a la plaza del mercado y ve a otro grupo de personas desocupadas, ¿por qué no están trabajando? les preguntó; ellos respondieron: porque nadie nos quiere contratar. El propietario les dijo que fueran y se reunieran con sus otros trabajadores de la viña. Esa noche le dijo a su mayordomo que les pagase a los trabajadores y a cada uno de ellos se les pagó el mismo salario de un día completo de trabajo. Aún los que trabajaron sólo una hora recibieron el pago de un día completo de trabajo. Todos los obreros que trabajaron más de una hora se quejaron. Y el propietario le respondió a uno de ellos diciéndole:

   

“Amigo, ¡no he sido injusto! ¿Acaso tú no acordaste conmigo que trabajarías todo el día por el salario acostumbrado? Toma tu dinero y vete. Quise pagarle a este último trabajador lo mismo que a ti. ¿Acaso es contra la ley que yo haga lo que quiero con mi dinero? ¿Te pones celoso porque soy bondadoso con otros?”.– Mateo 20: 13-15 NVI

  

La molestia de los trabajadores surgió de lo que ellos percibieron como una injusticia. Fue difícil para ellos aceptar el hecho de que el propietario estaba en todo su derecho de hacer lo que quisiese con su dinero, aunque esto significara que les iba a pagar a algunas personas doce veces más de lo que se merecían. El problema es que la gracia no es justicia, porque la verdad es que es mucho mejor que la justicia. La gracia hace que la balanza que está desequilibrada en la dirección incorrecta se incline completamente en la dirección correcta, no por causa de mis buenas acciones, sino por causa de las buenas acciones de Dios. La gracia no es algo que podamos ganarnos a través de nuestras buenas obras, la gracia es algo que Dios nos da por sus buenas acciones y porque nos ama incondicionalmente. La gracia significa que Dios no te puede amar más de lo que ya te ama, pero también significa que Dios nunca te va a amar menos de lo que presentemente te ama.

   

¿Cómo fueses impactado si lograses ver todo lo que te pasa en tu vida, lo bueno y lo malo, bajo el lente de la gracia y el amor incondicional de Dios?

   

¡Te sorprendería descubrir lo que sólo la gracia de Dios puede hacer!

   

Padre Celestial me maravilla saber que puedo descansar en esa gracia tan grande y amor incondicional que me brindas, puedo vivir con la confianza de que aunque mis acciones deberían inclinar la balanza hacia el lado que no me favorece, Tú la llevas hacia el lado completamente opuesto para inclinarla a mi favor.