Todo Bajo Control

Simple-500px-devocional-banner-ESP

La palabra “control” significa tener poder sobre algo o alguien. Todos hemos vivido lo suficiente como para entender que no siempre estamos en control. La vida va marchando bien y de repente las circunstancias cambian y en ese momento nos damos cuenta de que ya no estamos en control. Quizás sean circunstancias en la salud, en el trabajo o con seres queridos, pero de un momento a otro las cosas cambian y comenzamos a desesperarnos al ver que no tenemos control.

Lucas 8: 22-25 NTV

22Cierto día Jesús les dijo a sus discípulos: «Crucemos al otro lado del lago». Así que subieron a una barca y salieron. 23Mientras navegaban, Jesús se recostó para dormir una siesta. Pronto se desató una tormenta feroz sobre el lago. La barca se llenaba de agua y estaban realmente en peligro. 24Los discípulos fueron a despertarlo: «¡Maestro! ¡Maestro! ¡Nos vamos a ahogar!», gritaron. Cuando Jesús se despertó, reprendió al viento y a las tempestuosas olas. De repente la tormenta se detuvo, y todo quedó en calma. 25Entonces les preguntó: «¿Dónde está su fe?». Los discípulos quedaron aterrados y asombrados. «¿Quién es este hombre? —se preguntaban unos a otros—. Cuando da una orden, ¡hasta el viento y las olas lo obedecen!».

En los versículos que leímos vemos uno de esos cambios de circunstancias en que la vida se sale de control. Un día Jesús le dijo a sus discípulos que entraran en un barco para cruzar al otro lado del lago. Abordaron, partieron y Jesús se quedó dormido. De repente, una fuerte tormenta se desató, y los discípulos desesperados fueron a despertar a Jesús gritando, “¡Maestro, nos vamos a ahogar!” Jesús se despertó, reprendió la tormenta y de repente la tormenta se calmó. Entonces Jesús les hizo la siguiente pregunta: “¿Dónde está la fe de ustedes?” Permítanme responder a esa pregunta, la fe de ellos estaba exactamente donde está la de nosotros cuando la vida se sale de control. La fe estaba en las circunstancias. Ellos perdieron su fe cuando perdieron el control de las circunstancias. Pero al ver que la tormenta se calmó al mandato de Jesús, todos se quedaron aterrados y asombrados.

Ahora bien, después de que Jesús calmó la tormenta, ¿crees que la fe de los discípulos era menor o mayor? Obviamente la fe de ellos creció. Y ese es el punto. Cuando la vida se sale de control no significa que Dios no está en control. Al contrario Dios utiliza las circunstancias que están fuera de nuestro control para hacer crecer nuestra fe. Para los discípulos, antes de la tormenta Jesús era un buen líder digno de seguir. Después de la tormenta Jesús era el único que tenía todo bajo control.

Es simple, aún en las circunstancias más desesperantes de la vida, el hecho de que tú no estés en control no significa que Dios no está en Control.

Padre Celestial, ayúdame a entender que cuando mi vida está fuera de control no significa que Tú no estás en control. Permíteme que yo vea las circunstancias difíciles en mi vida como una oportunidad para crecer mi fe.