Todo el mundo lo hace, todo el mundo lo quiere, Sólo Dios lo merece.

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Lunes, 14 de septiembre

 

¡Te ves bien! ¡Eres tan inteligente! ¡Súper dotada! ¡Que increíble atleta! ¡Buen trabajo! ¡Qué gran líder! Muy talentoso! ¡Como ningún otro! ¡Ella es la más grande! ¡Él es el mejor de todos! Todos lo hacen, tanto dar como recibir alabanzas. Alabamos a las celebridades, los líderes, nuestros seres queridos a Dios y muchos más. No sólo alabamos a los demás, también nos gusta recibir alabanzas. En un estudio acerca de la productividad de trabajadores se les pregunto que si ellos necesitaba estimulados (alabados) para ser más efectivos en sus trabajos, el 60% respondió que sí y el 40% respondió que no; que no necesitan ser alabados para hacer su trabajo. Luego se les hizo una segunda pregunta, cuando eres estimulado (alabado por lo que haces) ¿esto te hacer ser más productivo? El 98% de los encuestados respondieron que sí. Por supuesto, ¿a quien no le gusta que le reconozcan su trabajo? Todo el mundo lo hace y todo el mundo lo quiere.

Las personas son alabadas según sus logros. Alabamos a los deportistas por sus logros deportivos, a los líderes por su gran liderazgo, a los héroes por su valentía, y a los padres por ser buenos padres. Y aunque algunas veces no necesariamente conocemos o nos gusta la persona a la cual alabamos, de todos modos lo hacemos, no por quienes son si no por lo que hacen. Por otro parte, a nosotros también nos gusta ser alabados por lo que hacemos, por eso es que cuando no lo recibimos, nos quejamos diciendo cosas como: no aprecias lo que hago, después de todo lo que hago por ti y el peor de todos, de ahora en adelante hazlo tú.

Solamente Él es tu Dios, el único digno de tu alabanza, el que ha hecho los milagros poderosos que viste con tus propios ojos – Deuteronomio 10:21 NTV

No es que sea malo el reconocer y alabar a otras personas por lo que hacen, o que seamos reconocidos y alabados por lo que hacemos. El problema viene cuando no reconocemos o se nos olvida que si alguien merece ser alabado por lo que hizo, hace y hará ese solo es Dios. Podemos reconocer y alabarnos los unos a los otros por lo que hacemos pero cuando miramos lo que Dios ha hecho a favor nuestro sólo Él merece ser alabado. ¿Quieres saber algo? A Dios le gusta que lo alaben. El rey David dijo en el Salmo 22 que Dios habita en medio de las alabanzas de su pueblo. Porque a Dios le gusta ser reconocido por lo que hace. Esto puede sonar muy egocéntrico de parte de Dios, el hecho de que Él sea el único merecedor de alabanzas. Yo no lo creo así, y te digo porqué. Porque cada vez que alabo a Dios por lo que hace, lo hago porque yo soy el me beneficio de sus obras. Es por eso que en el libro de 2 Crónicas (20:21) cuando el pueblo de Israel estaba bajo el ataque de varias naciones ellos colocaban un grupo de personas en frente de sus ejércitos diciendo: ¡Alabado sea el Señor porque para siempre son sus misericordias! Y mientras ellos alababan a Dios, Él les concedía la victoria.

¿Qué ha hecho Dios últimamente que merece tu alabanza?

Aunque Dios nunca más hiciese nada por nosotros después de lo que Él hizo en la cruz unos dos mil años atrás, de igual forma debería ser razón suficiente para alabarlo ahora y a través de toda la eternidad. La verdad es que dos mil años después Dios aun merece ser alabado por lo que hace. Estamos vivos porque Él nos da vida. Hoy Dios mantiene el oxigeno fluyendo, el corazón bombeando, alimentos y agua en nuestros estómagos. Así también nosotros como el pueblo de Israel, deberíamos decir: “¡Alabado sea el Señor porque para siempre son sus misericordias.”

Todo el mundo lo hace, todo el mundo lo quiere, pero sólo Dios se lo merece “Que todo lo que respire alabe al Señor. ¡Alabado sea el Señor “- Rey David.

¡Padre Celestial yo te alabo porque tu eres un Dios grande y poderoso! Te alabo por ese gran sacrificio en la cruz y te alabo por todo lo que hiciste, haces y harás por mí. Te amo padre, te alabo y te bendigo.