Tratando de ser Dios

 

 

Martes, 28 de febrero

 

La vida es dura, no conozco a una sola persona que no haya pasado por momentos difíciles en su vida. Lo peor del caso es que muchas de esas dificultades no era lo que esperábamos. Por ejemplo, nadie que se casa por la razón correcta lo hace esperando divorciarse, nadie invierte sus ahorros en un negocio esperando declararse en quiebra, nadie espera enterrar a sus seres queridos mientras todavía son jóvenes. Y nadie comienza su vida esperando ser infeliz. Pero la vida está llena de injusticias y dificultades inesperadas y por eso hay muchas personas infelices en este mundo; personas sufriendo, llenas de heridas, complejos y malos hábitos.

 

La verdad del asunto es que podemos escoger ser felices en medio de nuestras dificultades y a pesar de que vivimos en un mundo imperfecto e injusto. Pero si vamos a escoger ser felices vamos a tener que tratar con la causa de nuestra infelicidad, y no son las circunstancias inesperadas o las injustas. La raíz de nuestra infelicidad es que continuamente estamos actuando como si fuésemos Dios. El problema es obvio, no somos Dios. Pero cada vez que tratamos de controlar a las personas o las situaciones estamos actuando como si fuésemos Dios, pero sólo Dios está en control. La verdad es que no tenemos el control de nada, ni siquiera de nuestras propias vidas. Sí sabes lo que es correcto, sin embargo haces lo incorrecto, esto es un indicio de que no estás en control. Si alguna vez dijiste: “Nunca más hablaré así, o nunca más voy a actuar así” y luego lo haces, de nuevo, eso es un indicio de que no estás en control.

 

La verdad es que constantemente actuamos como si fuésemos Dios y esto lo hacemos cada vez que intentamos:

 

Controlar nuestra imagen. Lo hacemos escondiéndonos detrás de todo tipo de máscaras y disfraces y luego actuamos como algo o alguien que en verdad no somos.

 

Controlar a otros. Esto la hacemos a través de los juegos psicológicos tratando de controlar a otros a través de la culpa, la vergüenza, el silencio y la adulación.

 

Controlar nuestros problemas. Sí, hay problemas que podemos resolver por nuestra cuenta, pero las cosas que nos causan infelicidad, como nuestras heridas, complejos, adicciones y malos hábitos los excusamos diciendo: “Yo puedo manejarlo”. O negando que tenemos problemas.

 

Controlar nuestro dolor. Medicamos los síntomas a través de drogas, alcohol y comportamientos inmorales, o escondiéndonos a través de todo tipo de actividades, inclusive religiosas, pero nunca tratando el problema.

 

Controlar a Dios. Somos como niños pequeños, vamos delante de Dios y decimos, “Me prometiste”. O si tenemos unos cuantos días en que nos comportamos bien, entonces vamos delante de Dios y decimos: “Me debes”.

 

Mateo 5: 3 (NBH/BHH)

 

“Felices los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”.

 

La decisión de ser feliz comienza cuando dejamos de actuar como si fuésemos Dios, cuando nos enfrentamos al hecho de que somos espiritualmente pobres, cuando aceptamos que no tenemos el control y nos quitamos del medio para permitirle a Dios desempeñar su papel de Dios.

 

Padre Celestial perdóname por todas las veces que controlo a otros, a mis problemas, mi dolor e inclusive a Ti mismo; perdóname por las veces que te he dicho me prometiste o me debes algo, reconozco que soy espiritualmente pobre y no tengo el control de nada, te entrego a ti el control para que puedas desempeñar tu papel de Dios en mi vida, sólo así podré ser verdaderamente feliz, sea cual sea la circunstancia que esté atravesando.