Un año lleno de proposito

 

 

Jueves 03 de enero de 2019

 

Como hemos venido diciendo, al comenzar el año nuestra tendencia es reflexionar y ver adónde estamos y hacia dónde vamos. Es la temporada de buscar mejorarnos a nosotros mismos, es el momento de enfocarnos en nuestra necesidad de adelgazar, ser más fuertes, más ricos o más inteligentes. Pero la verdad es que aunque lográsemos alcanzar todas nuestras resoluciones al final del año, lo más probable es que no terminaríamos siendo unas mejores personas, sino que terminaríamos siendo una versión más egoísta de nosotros mismos.

 

—Si alguien quiere ser mi discípulo —les dijo—, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz y me siga.  Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa y por el evangelio, la salvará. ¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida? ¿O qué se puede dar a cambio de la vida?   – Jesús (Marcos 8: 34-37 NVI)

 

Las palabras de Jesús podrían confundirse como un llamado a vivir nuestras vidas con un abandono imprudente. Pero la invitación de Jesús no es vivir una vida irresponsable, sino más bien es una invitación a vivir una vida plena, con propósito y verdadero valor. Es una invitación para salvarnos a nosotros mismos de nosotros mismos. Porque nuestro valor en esta vida no está determinado por el peso que mantuvimos, las fuerzas que adquirimos, el dinero que acumulamos o lo inteligente que nos volvimos. Nuestro valor no está determinado por cuánto somos capaces de mejorarnos a nosotros mismos, sino más bien por cuánto hicimos y sacrificamos para invertir y mejorar las vidas de los demás. Por eso en vez de preguntarnos ¿Qué puedo hacer para mejorar mi vida? La mejor pregunta es ¿Qué puedo hacer para mejorar la vida de otras personas? Porque ¿de qué me sirve ganar el mundo entero si a la final se pierde mi alma?

 

Padre Celestial gracias porque me invitas y me enseñas a vivir con propósito, con una meta que me lleva a la vida eterna, porque al final todo lo que haya logrado en cuanto a lo que ambicioné obtener aquí va a perder todo su valor y lo único importante va a ser lo que invertí en tu reino, o sea en las demás personas que pusiste en mi vida. Ayúdame a vivir de esa manera, porque es ahí donde se haya la verdadera plenitud.