Un Regalo Inesperado – Bobby Cruz Jr

 

Jueves, 23 de diciembre.

 

 

Dentro de unos días vamos a celebrar la Navidad y el motivo principal de esta celebración es la paz que obtenemos a través de la reconciliación con Dios. Pero la época navideña también trae a la superficie la falta de paz que es causada por relaciones quebrantadas. Por un lado disfrutamos de lo que era imposible para nosotros, la reconciliación con Dios a través del sacrifico de su hijo Jesús, pero por otro mantenemos relaciones no reconciliadas entre nosotros. Reconciliados con Dios pero no los unos con los otros. Eso ocurre porque las reconciliaciones no son fáciles, sólo hay que preguntarle a Jesús acerca del precio que tuvo que pagar para podernos reconciliarnos con Dios. La reconciliación siempre es algo que va en contra de la intuición, y aunque es incómoda es muy necesaria, especialmente para aquellos de nosotros que nos llamamos cristianos. Jesús dijo que si le vas a llevar tu ofrenda a Dios y al llegar al altar te acuerdas de que tienes relaciones quebrantadas, deja tu ofrenda en el altar, ve y reconcíliate con esa persona y luego vuelve y presenta tu ofrenda a Dios. Pero si no eres un seguidor de Jesús la reconciliación también es necesaria para ti, porque las personas heridas hieren a otras personas. Ya sea que te des cuenta o no, las heridas y el dolor que llevas en ti a causa de tus relaciones quebrantadas impactan adversamente a las personas que te rodean, especialmente las que están más cercas de ti. Y esto provoca una reacción en cadena de personas lastimadas que sin querer están lastimando a personas que no tienen nada que ver con sus heridas. Lo más seguro es que tú sepas que deberías reconciliarte pero puede que estés pensando, ¿si no me han llamado porqué tengo que ser yo el que llame? ¿Si a ellos no les importa porqué debería importarme a mi? Te digo porqué, porque es Navidad, y porque si Dios nos ofrece reconciliación a nosotros lo menos que podemos hacer es ofrecerle reconciliación a los demás.

 

1 Corintios 5:18-19

Todo esto es un regalo de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el ministerio de la reconciliación: esto es, que en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados y encargándonos a nosotros el mensaje de la reconciliación.

 

La Navidad nos concede la oportunidad de hacer por otros lo que Dios ha hecho por nosotros; Él nos ha dado lo que menos merecíamos pero lo que más necesitábamos. La Navidad es la oportunidad de reconciliarnos con los demás de la misma manera en que Dios se reconcilió con nosotros. Recuerda que fuimos nosotros los que nos rebelamos contra Dios y sin embargo el dio el primer paso, envió a su Hijo como un gran gesto de reconciliación. Algunos de nosotros por años lo rechazamos y otros lo siguen rechazando, sin embargo Dios no retira su oferta sino que pacientemente espera. Así que esta Navidad, ¿a quien le deberías extender la promesa de la reconciliación? Tal vez tendrás que enviar una carta inesperada, quizás hacer una visita imprevista o tal vez dar un regalo a alguien que no lo espera. Vamos a ofrecerle a otros el mismo regalo inesperado que Dios nos ha ofrecido a nosotros, la reconciliación.

 

Padre Celestial gracias porque pacientemente esperaste por mí para obsequiarme la reconciliación contigo a través de tu amado hijo Jesús; que amor tan grande, yo soy el que necesitaba esa oferta y sin embargo no sólo me la diste si no hasta tuviste que esperar por mí. Después de una regalo así de parte tuya lo menos que puedo hacer es darle a los demás lo que tú me diste a mí. ¡Gracias por el regalo de la Navidad precioso Jesús!

 

¡Feliz Navidad!