Existen muchos obstáculos en el camino hacia la felicidad, pero el más grande de todos tiene tu propio nombre. Nunca serás verdadera y consistentemente feliz si no enfrentas tus heridas, complejos y malos hábitos. Puedes cambiar de trabajo, puedes cambiar de pareja, puedes mudarte a otra ciudad e inclusive a otro país. El problema es que no importa adónde vayas y con quien estés, tus heridas, complejos y malos hábitos no se quedan atrás, se van contigo. La verdad es que hay áreas de tu vida que te tienen aguantado y no importa cuanto lo hayas intentado, no has sido capaz de cambiarlas. Tus intenciones son buenas, pero tu fuerza de voluntad no es suficiente, necesitas algo más, necesitas el poder de Dios.
La buena noticia es que tu Padre Celestial sabe que no tienes el poder de cambiar algunas de tus heridas, complejos y malos hábitos. Pero la mejor noticia de todas es que Él está dispuesto a ayudarte y que Él sí tiene el poder de darte las herramientas necesarias para que logres esos cambios.
- Enfócate en el poder de Dios y no en tu fuerza de voluntad.
“Nadie puede cambiar el color de su piel, ni puede el leopardo quitarse sus manchas; ¡tampoco ustedes pueden hacer lo bueno, pues sólo saben hacer lo malo!” Jeremías 13:23 (TLA)
- Enfócate en las cosas buenas y no en las malas.
Finalmente, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo que merece respeto, en todo lo que es justo y bueno; piensen en todo lo que se reconoce como una virtud, y en todo lo que es agradable y merece ser alabado .Filipenses 4: 8 TLA¡Padre Celestial tu poder es tan grande! tan grande como tu amor por mí, por eso sé que para poder ser transformado tengo que enfocarme en ese poder tuyo y no en mi fuerza de voluntad que hasta ahora no ha sido suficiente para yo cambiar esas áreas de mi vida que me tienen aguantado. Ayúdame a enfocarme en las cosas buenas y no en las malas como me enseña tu palabra. Gracias amado Jesús por enseñarme la verdad que me da la libertad.