Ten cuidado con lo que dices

Las palabras son mucho más poderosas de lo que podríamos haber imaginado. La física cuántica revela que la materia realmente no existe, al menos no en la forma en que la percibimos. Todo lo que tocamos, vemos o escuchamos es simplemente energía en diferentes estados de vibración. Por ejemplo, los ojos realmente no ven, es simplemente el movimiento de energía en forma de luz que vibra en diferentes estados y una vez que pasa a través de los ojos, el cerebro convierte y percibe la luz como una imagen. Al igual que con los sonidos, los oídos perciben un patrón de disturbio causado por el movimiento de la energía que luego envía al cerebro y el cerebro convierte el disturbio en sonido. Y, lo mismo es cierto con toda materia física. Esto significa que nuestras palabras no son solo elementos del habla o de los escritos, sino que en realidad son energías que vibran en diferentes formas.

El científico japonés y autor del libro, «Los mensajes ocultos en el agua», Masaru Emoto, realizó algunos de los experimentos más reveladores sobre el efecto que las palabras tienen en la energía. En un experimento, Emoto colocó dos tazas de arroz blanco cocido en dos frascos de vidrio separados, selló los frascos y luego le puso una etiqueta a cada uno. Un frasco decía: «Gracias» y el otro, «Eres un Necio». Los frascos fueron colocaron en el aula de una escuela primaria, con las instrucciones específicas de que los estudiantes debían tomar cada frasco dos veces al día y pronunciar las palabras correspondientes etiquetadas en cada frasco. Después de 30 días, al arroz que se le decía “gracias” estaba tan blanco y esponjoso como el día en que se colocó en el frasco. Por el contrario, el arroz que recibió insultos se convirtió en una masa negra y gelatinosa. Si eso es lo que el poder de las palabras positivas y negativas pueden hacerle al arroz, imagina lo que las palabras puedes hacerle a un bebé, a un niño o un adulto.

La lengua puede traer vida o muerte… Proverbios 18:21 NTV.

Es tan fascinante el hecho de que hace miles de años atrás Salomón ya nos había advertido lo que la ciencia recientemente ha descubierto, que las palabras que hablamos de verdad producirán vida o muerte. El apóstol Pablo escribió: no dejes que ninguna palabra corrupta salga de tu boca, sino solo palabras que edifiquen y beneficien al oyente. En lugar de quejarnos o hablar mal de las personas más cercanas a nosotros, ¿qué sucedería si durante los siguientes 30 días y dos veces al día encontráramos algo por lo cual darles las gracias? Quizás cambiarías radicalmente la vida de esa persona y, lo más importante, quizás cambiarías radicalmente tu vida.

Padre Celestial ayúdame a hablar palabras que edifiquen al que me escucha, porque tu palabra me alerta que mi lengua tiene el poder de la vida y la muerte, quiero hablar palabras que traigan vida a las personas que has puesto en mi vida y también que traigan vida a la mía propia, que el timón de mi lengua siempre esté orientado a la obediencia a Ti mi amado Dios.