Algo grande está por suceder.

En solo unos días celebraremos el evento más importante de la historia del mundo, la resurrección de Jesucristo. Lo interesante es que no había nadie presente para presenciar este evento. Sí, hubo cientos de testigos que vieron e interactuaron con el Cristo resucitado. Pero nadie estuvo presente para presenciar cuándo el evento más importante de todos los tiempos tomo lugar. Y, no fue por falta de invitación, sino porque la gente de la época de Jesús estaba tan concentrada en sus propias circunstancias personales que nunca entendieron lo que Dios estaba haciendo. Otro hecho interesante es que la resurrección ya se había predicho en el Antiguo Testamento, pero como si eso no fuera suficiente en los evangelios, descubrimos que Jesús personalmente invitó a sus discípulos a presenciar el evento más grande de la historia.

Desde entonces comenzó Jesús a advertir a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas a manos de los ancianos, de los jefes de los sacerdotes y de los maestros de la ley, y que era necesario que lo mataran y que al tercer día resucitara. – Mateo 16:21 NVI 

Y, tal como se lo explicó a sus discípulos, orquestados por los ancianos, el sumo sacerdote y los maestros de la ley, Jesús fue falsamente acusado, juzgado, sentenciado y ejecutado en la cruz. En ese momento comenzó la cuenta regresiva de tres días … cinco, cuatro, tres, dos, uno, la piedra que cubría la tumba de Jesús fue retirada y el reloj marcaba cero. En ese mismo momento los ángeles anunciaban la resurrección de Jesús y las huestes celestiales comenzaron a tocar música celestial y cuando la piedra había sido removida por completo, Jesús se encontró parado allí solo.

La gente en el primer siglo estaba tan preocupada por sus propias circunstancias personales que nunca se dieron cuenta de lo que Dios estaba haciendo. No por falta de información, sino porque nunca percibieron lo que Dios estaba haciendo. Lo mismo sucedió con el pueblo de Israel cuando Dios los libró de la esclavitud en Egipto. Estaban tan concentrados en sus problemas personales que nunca permitieron que Dios los guiara a la tierra prometida. Similarmente, lo mismo sucedió en los tiempos de Noé, las personas analizaban las circunstancias y concluyeron que Noé estaba loco y nunca se percataron de que Dios estaba intentando salvarlos. 

Creo que estamos en uno de esos tiempos de proporción bíblica, pero si nos enfocamos solo en la pandemia y nuestra salud y circunstancias financieras, es posible que nunca percibamos que Dios realmente está haciendo algo muy grande. Él está tratando de salvarnos.