Dichoso

Con más de 2.3 millones de personas en todo el mundo infectadas por el coronavirus, más de 160,000 muertes y con más de 20 millones de nuevas solicitudes de desempleo en los Estados Unidos, es suficiente para alarmar incluso a los pensadores más positivos. Y estamos hablando en un nivel macro, pero si comenzamos a mirar a un nivel micro, en cada una de nuestras circunstancias personales, de salud, relacionales y financieras, causaría que incluso el creyente más ferviente se preocupe y tal vez incluso cuestione a Dios.

Hace dos mil años, cuando Jesús llegó, las circunstancias del pueblo de Israel no eran mucho mejores que las nuestras hoy en día. No, no tenían una pandemia global, pero a escala nacional y personal vivían bajo la opresión del imperio romano. Esto les causaba grandes inseguridades políticas, sociales, religiosas y financieras. Y de repente Jesús aparece y comienza a enseñar de una manera que nunca antes habían escuchado y comienza a realizar milagros que llevan a la gente a creer que quizás Jesús podría cambiar sus circunstancias.

A medida que la fama de Jesús continuó creciendo, los rumores de un libertador comenzaron a correr y una multitud de personas por primera vez llegaron a escuchar a Jesús hablar. Cuando Jesús vio a las multitudes reuniéndose,  se sentó al costado de una montaña y comenzó a enseñarles. Y la primera palabra y oración que salió de su boca debe haber dejado a todos asombrados y confundidos. Él dijo:

Dichosos los pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece”.   Mateo 5: 3 NIV

¿»Dichoso»? Estoy seguro de que de todas las palabras descriptivas disponibles para la humanidad, pasada, presente y futura, «dichoso» sería la última palabra que tendrían en mente. Porque Jesús usó uno de los oráculos de Dios. Un oráculo era básicamente una palabra que enmarcaba lo que Dios estaba a punto de hablar. Para que nadie se equivocara acerca de lo que Dios estaba por comunicarles. Uno de los oráculos de Dios era «ay», lo que obviamente significaba malas noticias, y el otro era “dichosos», lo que significaba buenísimas noticias. Que, básicamente, el Dios Todopoderoso estaba de tu lado trabajando a tu favor.

El problema para la multitud es que ni siquiera podían comenzar a entender lo que Jesús acababa de decir porque, al mirar sus circunstancias, la última palabra que pensarían es dichoso. Estaban tan concentrados en sus circunstancias personales que nunca se dieron cuenta de que el hombre que les hablaba era Dios en un cuerpo y había venido para rescatarlos. Si se hubieran dado cuenta de seguro que ellos también habrían dicho: «soy tan dichoso».

La verdad es que si pudieras quitar los ojos de tus circunstancias y fijarlos en Jesús, te darías cuenta de que en medio de estas circunstancias tan terribles, tú también eres dichoso. Porque Dios está trabajando a tu favor.

Gracias amado Dios por trabajar a mi favor en medio de las circunstancias que nos está tocando a todos vivir, no solo de manera personal, sino también como parte de lo que está pasando a nivel global. Soy demasiado dichoso porque te tengo a Ti en mi vida, siempre estando de mi lado y trabajando a mi favor, demostrándome una y otra vez cuanto me amas.