Con el agua al cuello

Después de semanas de estar encerrado, es bastante sorprendente ver qué tan bien ha estado la gente hasta ahora. Pero a medida que pasa cada día, aumentan los niveles de ansiedad y preocupación y comienzan a aparecer las secuelas. Algunas personas que vivían de cheque en cheque ahora tienen la mayoría de sus cuentas atrasadas. Algunos que tenían cuentas de ahorro las han agotado y están cada vez más ansiosos. Como consecuencia, estamos viendo un aumento en los niveles de violencia doméstica y adicciones. Y, ahora la gente está comenzando a lanzarse a la calle y protestar en diferentes partes de la nación. Solo quieren poder mantener a sus familias, quieren que termine el cierre. Y, a medida que contemplan sus circunstancias, ya no creen que su gobierno los esté cuidando.

En el primer siglo, cuando Jesús entró en nuestro mundo, el pueblo de Israel tenía sentimientos similares y de alguna manera inclusive peores. No confiaban en el gobierno romano que los oprimía, no confiaban mucho más en sus líderes religiosos y ni siquiera podían confiar en sus compañeros israelitas. Estaban con el agua al cuello y sin muchas esperanzas. Hasta que comenzaron a escuchar acerca de un hombre llamado Jesús, esperaban que Él fuera el líder libertador que estaban buscando. Y un día una multitud de ellos se reunió para escuchar lo que tenía que decir.

La primera palabra que salió de la boca de Jesús fue “dichosos”, lo que significa súper bendecidos, significa ser la envidia del mundo. Pero mientras la gente miraba a su alrededor y analizaban sus circunstancias, lo que Jesús acababa de decir no tenía absolutamente ningún sentido para ellos. Pero Jesús entendiendo su confusión procedió a explicarles porqué eran tan dichosos.

“Dichosos los pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece”.  Mateo 5: 3 NIV.

La frase pobres en espíritu se refiere a alguien que está con el agua al cuello, se refiere a una persona que mira sus circunstancias y concluye que no tiene salida. Así es exactamente como se sentían y así es exactamente como se sienten muchas personas hoy en día emocional, espiritual, financiera, relacional y físicamente. Jesús explicó que los que están con el agua al cuello son los dichosos. Dichosos porque el reino de los cielos les pertenece. Supongo que estaban pensando que eso era genial, pero ¿qué pasa ahora? Que bueno que voy para el cielo, pero y, ¿que de hoy? Permíteme explicarte, cada vez que Jesús hablaba sobre el «reino de los cielos», no estaba hablando de un reino físico sino de la agenda del reino de Dios. Le estaba diciendo a la gente: Dios y todo su reino están trabajando a tu favor ahora mismo.

Permíteme resumirlo, son dichosos cuando el agua les llega hasta el cuello y se están hundiendo porque ahora están dispuestos a buscar a Dios, no como un ayudante sino como su Salvador. Y cuando tenemos el agua cubriéndonos, si tan solo por un momento miramos a Jesús y no a nuestras circunstancias, encontraremos la esperanza de descubrir que Dios tiene todo su reino; ángeles, arcángeles e incluso a su Hijo trabajando para salvarnos.

Amado Padre celestial que dichoso soy de saber que todo tu reino está trabajando a mi favor para salvarme, sobretodo cuando el agua me llega al cuello, cuando no puedo salvarme a mí mismo ni depender de nada temporal en ningún área de mi vida. Que bueno es tenerte de mi lado amado Dios, venga a mí tu reino Señor.