Humble but Great Love Day 15

Frases como «Dios es amor», «Todos son importantes para Dios» y «Dios nos ama a todos por igual» son pensamientos exclusivos del cristianismo que nos hablan del carácter de Dios. Antes de Jesús, todos asumían que las personas tenían o recibían lo que se merecían, por lo tanto, eso implicaba que Dios favorecía a los ricos y poderosos y estaba en contra de los enfermos, los pobres y los indigentes. Pero contrario a esa creencia, todos eran valiosos para Jesús por lo tanto también lo son para Dios.

 

Jesús enseñó en la parábola de la moneda perdida y la oveja perdida, que Dios va buscando a las personas, pero no para castigarlas sino para rescatarlas. Jesús enseñó en la parábola del hijo pródigo que Dios es como un padre que espera con los brazos abiertos para recibir a los que se marcharon y arruinaron sus vidas. En una ocasión, Jesús le mostró a sus discípulos a una mujer viuda y pobre que estaba depositando su ofrenda en la tesorería, una ofrenda que si la estimamos hoy en día tendría u valor de menos de un centavo, y les dijo: “Les aseguro que esta viuda ha ofrendado más que todos los demás”. Nuevamente, en el primer siglo nadie más hubiera pensado que Dios valoraba a los perdidos, a los rebeldes o a las personas pobres. Y como si esto no fuera suficiente, en el sermón del monte Jesús nos enseñó que deberíamos orar aun por el bien de nuestros enemigos. Esto era un punto de vista completamente nuevo en cuanto a la manera en que las personas percibían a Dios.

 

LECTURA BIBLICA:

“Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros. «- Juan 13: 34-35 NIV.

 

PIÉNSALO:

En verdad Jesús les estaba dando a sus discípulos un nuevo mandato. Este no era el mandamiento de amar a quienes te amaban, era un nuevo mandato de amar y servir a los demás de la misma manera en que Dios a través de Jesús nos ha amado y servido a todos. Este es el amor más humilde y, sin embargo, el más grande de todos.

 

ORA:

Padre celestial gracias por amarme tanto, gracias por tu precioso Hijo Jesucristo que fue capaz de venir a este mundo a sufrir y morir por mí; sólo a través de Él tengo vida eterna y he conocido el verdadero amor, ese gran amor que ahora yo estoy dispuesto a dar a mi prójimo, porque por gracia doy lo que por gracia he recibido de ti; te alabo y te bendigo y hoy y siempre mi amado Dios.