AL PRINCIPIO, RESPONSABILIDAD

El mundo es un lugar que bastante desordenado, de paso un desastre. Y, ¿quién es responsable de este desorden? Bueno, eso depende a quién le preguntes. Los chinos dicen que es culpa de los estadounidenses y los estadounidenses dicen que son los chinos quienes tienen la culpa. Los del Medio Oriente dicen que la culpa es del mundo occidental y obviamente los del Occidente dicen que la culpa es del Medio Oriente. América del Sur culpa a América del Norte y América del Norte culpa a América del Sur. Domésticamente, la izquierda culpa a la derecha, la derecha culpa a la izquierda y los independientes culpan a todos. Entonces, ¿quién es responsable del desastre? Quizás al igual que yo, probablemente veas la complejidad del problema y digas: “No estoy seguro de quién es el responsable de este desastre, pero hay una cosa de la que estoy seguro: no soy yo”.

Al principio el mundo era perfecto; No había muerte ni dolor. Luego Dios creó a Adán y Eva y lo primero que hizo Dios fue bendecirlos y asignarles la responsabilidad de cuidar de toda la creación. Y después de hacerlos responsables, solo les dio UNA regla; solo una ley, Dios les dijo que podían comer de todos los árboles del jardín, excepto del árbol del conocimiento del bien y del mal porque el día que comieran de ese árbol todo se desordenaría y entraría la muerte. 

Un día Eva estaba hablando con la serpiente y la serpiente la engañó y ella comió del árbol del que no debía comer. Luego, ella le dio a Adán de la fruta para probar y Adán también comió. Y de repente el pecado y la muerte entraron en la creación perfecta de Dios y hubo un gran desastre, el mundo ahora estaba completamente desordenado.

Dios llama a Adán y le pregunta, ¿quién es responsable de este desastre? Adán dijo: Eva, ella me hizo comer. Entonces, Dios le preguntó a Eva, ¿eres tú la responsable de este desastre? Eva respondió, no, la culpa es de la serpiente que me engañó. Un gran desastre, pero nadie es responsable.

Cada cual examine su propia conducta; y, si tiene algo de qué presumir, que no se compare con nadie. Que cada uno cargue con su propia responsabilidad. – Gálatas 6: 4-5 NVI.

Padre Celestial ayúdame a examinar mi conducta y no a echarle la culpa a nadie de lo que hago, gracias por enseñarme que debo ser responsable de mis actos y por alertarme de no buscar culpables para justificar los desastres que en ocasiones yo mismo creo en mi vida.