Oración Contestada Día 17

Todos oran, incluso los ateos oran. Algunos le oran a la naturaleza; al sol, la luna o las estrellas. Algunas oraciones son en forma de un deseo, ya sea cuando una persona enciende una vela, la sopla o cuando arroja una moneda en el pozo de los deseos. Algunos les oran a los santos y otros llaman a los muertos. Y, como dije anteriormente, aun los ateos oran, especialmente cuando las cosas les van mal y esperan o desean que algo o alguien intervenga a su favor. Pero en los Estados Unidos la mayoría de nosotros le oramos a nuestro Padre Celestial. El problema es que, si somos honestos, la mayor parte de nuestras oraciones parecen no tener respuesta o, no estamos seguros de si Dios realmente les ha dado alguna consideración seria. La buena noticia es que Dios escucha cada una de nuestras oraciones, ya sean grandes o pequeñas. La mala noticia es que la mayoría de las veces la razón por la que no recibimos una respuesta favorable a nuestras oraciones es porque lo que nos motiva a la oración no son los propósitos de Dios para nuestras vidas.

 

LECTURA BIBLICA:

Piden y no reciben, porque piden con malos propósitos para gastarlo en sus placeres. – Santiago 4: 3 NIV.

 

¿Esto significa que a Dios no le agrada el placer? Absolutamente no, fue Dios quien creó el placer. El problema es que nuestras oraciones no deberían tener una motivación o un propósito mas grande que yo. Digamos que le estás pidiendo a Dios que te sane, no hay absolutamente nada de malo con eso. Pero, La pregunta es, ¿cuál es tu propósito, ósea para qué quieres que Dios te sane? Hace unos años, un amigo de la familia que queremos mucho cayo enfermo. Todos sus órganos comenzaron a fallarle así que comenzó a pedirle a Dios que lo sanara. Las semanas se convertían en meses y solo empeoraba. Oraba por teléfono con mis padres, tenía varios grupos de oración intercediendo a su favor y se unía a nosotros a través de las redes sociales en nuestro servicio de oración de los viernes por la noche, pero su condición iba de mal en peor. Después de pasar por una cirugía tras otra, su condición realmente no mejoró, y en su última cirugía quedó con una hemorragia interna. Sus médicos decidieron que no sobreviviría a una segunda cirugía, por lo que intentaron detener la hemorragia con plasma. Además de la hemorragia sufría de un dolor insoportable y entendía que las cosas lucían muy mal para él. Esa noche oró completamente diferente a todas las veces anteriores, esa noche dijo: Señor, no me quiero morir. Si me sanas, pasaré el resto de mi vida centrado en los demás, les contaré de tu grandeza y de cómo me sanaste. Esa misma noche, mientras su esposa dormía en un sofá junto a él, Dios entró a su habitación, tuvo una conversación con él, le tocó el costado e inmediatamente fue sanado y aliviado de todo dolor. ¿Cuál fue la diferencia? ¿Un cambio de el propósito de si mismo a otros? Esta vez oró para que Dios lo sanara para poder bendecir a otros.

 

PIÉNSALO:

Dios nos ha llamado a tener la misma actitud que tuvo Jesús, quien voluntariamente se humilló para servir a los demás. Si alguna vez hubo un área en la que esta actitud ha debido reflejarse es en la forma en que oramos. Deberíamos mirar las cosas buenas de nuestras vidas y las cosas no tan buenas y orar, Dios, si puedes utilizar mi situación, las cosas buenas y malas en mi vida para bendecir a otros, aquí estoy. Y esa es una oración que estoy seguro de que Dios responderá.

 

ORA:

Esa es mi oración Padre celestial, te pido que uses cada situación de mi vida, todo lo que me pasa, sea bueno o sea malo para bendecir a otros. Por favor ayúdame a estar dispuesto a usar mis talentos, mis recursos, mis habilidades y mi tiempo para beneficiar a los demás, enséñame a vivir de esa manera Señor, de la manera que Tú viviste cuando estuviste en medio nuestro.