Caminando en la Luz

En el camino de la vida vamos a encontrar muchos obstáculos y dificultades. Habrá dificultades financieras, relacionales, físicas, morales, emocionales, espirituales y de todo tipo. Pero la pregunta es, ¿cómo evitarlas? Especialmente las que llegan desprevenidas, porque se esconden en la oscuridad. La tendencia es buscar el consejo de las personas que han atravesado dificultades o posibles problemas que estamos atravesando, con la esperanza de que puedan traer luz a la situación.

En nuestra sociedad, muchos creen que la mejor manera de entender algo es exponerse a ese algo. La tendencia es pensar que si te sometes a ello, lo entenderás mejor y, por lo tanto, podrás tomar mejores decisiones. Pero Jesús tenía una perspectiva completamente opuesta. Jesús creía que la mejor manera de entender la oscuridad era andar en la luz.

 Pues si todo tu cuerpo tiene luz y no hay en él ninguna oscuridad, lo verás todo claramente, como cuando una lámpara te alumbra con su luz.» – Lucas 11:36 NIV.

Cuando una lámpara te alumbra, todo lo que está fuera de lugar se ve claramente; no tienes que andar en la oscuridad intentando adivinar donde están los tropiezos o peligros. Es obvio que en el mundo físico, si quieres saber qué hay en una habitación oscura, la mejor manera de averiguarlo no es andar adivinando y experimentando. Porque es solo cuestión de tiempo antes de que tropieces o te caigas. La mejor manera de ver qué se esconde en la oscuridad es encender la luz.

Los obstáculos y las dificultades de la vida no se evitan caminando en la oscuridad. Y, nunca es buena idea el buscar consejos de aquellos que caminan en la oscuridad. Los obstáculos se evitan encendiendo la luz y buscando consejos de aquellos que caminan en la luz. Aquellos que caminan en la luz entienden la oscuridad, no porque hayan tropezado en la oscuridad, sino porque pueden ver lo que está en la oscuridad. Es por eso que Jesús, aunque nunca pecó, sabía mucho acerca del pecado, porque caminaba en la luz.

Por esta razón es que siempre debemos fijar nuestros ojos en Jesús, quien comenzó y terminó la carrera en la que nosotros ahora estamos sin nunca tropezarse o caer. Porque Jesús siempre andaba en la luz.