Uno de los fenómenos más sobre salientes del siglo XXI son los selfies. Los estudios demuestran que cada minuto se suben mas de 60,000 selfies a Instagram y que la persona promedio va a publicar más de 25,000 selfies en su vida. Ahora ten en cuenta que el promedio de vida de una persona es de aproximadamente 27,000 días, eso significa que van a publicar aproximadamente un selfie por día durante toda su vida. Este fenómeno de los selfies refleja una cultura que piensa que lo más importante en la vida es “ser uno mismo, creer en uno mismo y confiar en tu corazón”. Y, hasta cierto punto, estoy de acuerdo, después de todo, cada uno de nosotros somos únicos; Dios nunca ha creado a dos personas iguales. Pero, ¿qué sucede cuando la obsesión con ser uno mismo se convierte en el objetivo final? El resultado es una generación de personas cuyas decisiones morales se basan en cómo se sienten, adictos a la fama, que piensan que se lo merecen todo y que se sienten obligados a exagerar sus realidades. Pero la verdadera tragedia con la generación de selfies es que cuanto más permiten que sus vidas se conviertan en el centro de su existencia, mas infelices e insatisfechos se vuelven.   LECTURA: Filipenses 2: 2-11.   
No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás. Filipenses 2: 3-4 NIV.
 
Por eso Dios lo exaltó hasta lo sumo y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre. Filipenses 2: 9 NVI.
  Lo fascinante es que a través de la Biblia descubrimos que Dios quiere que seamos la mejor versión de nosotros mismos que podamos ser, pero no solo para obtener un beneficio personal sino también por el bien de los demás. El problema es que la mejor versión de nosotros mismos requiere humildad porque sin humildad lo que queda son personas arrogantes y egocéntricas.   Según la Madre Teresa, la humildad es la madre de todas las virtudes, pero es muy contradictoria a la idea de las virtudes de la generación actual. El problema es que la mayoría de las personas malinterpretan lo que es humildad, la ven como una debilidad, que se le atribuye a las personas que no son importantes, que son pobres financieramente hablando, o que tienen una baja autoestima. Pero cuando se trata de la humildad bíblica, nada puede estar más lejos de ese concepto. Nadie exhibió más humildad que Jesús, sin embargo, fue la persona más grandiosa, más dotada, poderosa, rica y famosa que jamás haya caminado sobre la tierra. Pero lo interesante de Jesús es que su grandeza y fama no impedían que se manifestase la humildad a través de su vida, sino mas bien esto fue el vehículo a través del cual dispensó la humildad. Porque la humildad bíblica es usar quién tú eres y todo lo que tienes por causa de los intereses de los demás. Como CS Lewis dijo una vez: “La verdadera humildad no es pensar menos de ti mismo, es pensar menos en ti mismo”    PIÉNSALO: La humildad es “ser uno mismo” y al mismo tiempo valorar a los demás por encima de uno mismo. Y, si Jesús siendo Dios se humilló a sí mismo para servir a los demás, creo que también nosotros deberíamos de escoger ser humildes y servir a los demás.   ¿En el 2020 que vas a hacer para convertirte en la mejor versión de ti mismo? ¿Cómo vas a utilizar lo que tienes y en quién te convertirás para considerar a los demás como más importantes?   ORA:  Amado Jesús que maravilloso ejemplo de humildad me dejaste para que yo te imite y es lo que quiero hacer en este nuevo año que me permites vivir, ayúdame a pensar menos en mí y a considerar a los demás como más importantes que yo, ayúdame a servirte a través de las personas que has puesto en mi vida para acercarlos a Ti teniendo la misma actitud humilde que tuviste