Primer escenario, Bobby va conduciendo responsablemente por una calle cuando Ana, que estaba distraída con su teléfono, sale de un estacionamiento y casi causa un accidente. Bobby, quien conducía responsablemente se enoja por la irresponsabilidad de Ana y le grita rudamente, luego continúa conduciendo mientras que se va quejando de los conductores irresponsables. Segundo escenario, Bobby, que todavía está molesto por casi meterse en un accidente, cambia de carril y no ve el vehículo que está en el carril adyacente. El conductor del carril adyacente se detiene y baja su ventana e insulta a Bobby por conducir irresponsablemente. Pero Bobby le grita enojado: “eso es lo que te pasa por conducir tan rápido”.
Por encima de todo, guarda tu corazón, porque todo lo que haces fluye de él. - Proverbios 4:23 NIV.
Siempre es fácil ver la irresponsabilidad en los demás, pero es muy difícil verla en nosotros mismos. Durante más de veinte años he estado asesorando a personas como parte de mi trabajo. Y cuando las personas vienen a verme llegan ensayadas en lo que van a decir y casi el 100% de las veces la raíz del problema es la irresponsabilidad de otra persona. Por eso, en el libro de Proverbios, Salomón nos advierte que guardemos nuestros corazones, pero el problema es que queremos excusar nuestras irresponsabilidades señalando lo que hay en el corazón de otra persona. Sin embargo, la irresponsabilidad de otra persona nunca es una luz verde para que actuemos de manera irresponsable, ya que, en última instancia, somos responsables ante Dios. Padre Celestial ayúdame a guardar mi corazón porque Tú me adviertes que de él mana la vida, ayúdame a no culpar a otros por las irresponsabilidades mías y que yo siempre tenga presenta que la irresponsabilidad de otras personas no es una luz verde para que yo actúe de manera irresponsable. Gracias por enseñarme la importancia de asumir la responsabilidad de mis actos.