CORRUPCIÓN

Vivimos en un mundo increíble. En toda la naturaleza vemos las creaciones asombrosas de Dios, pero la más grande de todas las creaciones es el hombre. El cuerpo humano es un objeto preciso y eficiente creado por Dios y creado a imagen y semejanza de Dios. La Biblia nos dice que Dios nos creó para parecernos a Él Como Dios es trino, tres en uno, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Nosotros también somos trinos, tres en uno, espíritu, alma y cuerpo, y ​​esta singularidad es lo que nos separa del resto de toda la creación. De alguna manera que no puedo explicar, dentro de nuestros cuerpos reside nuestro ser espiritual y emocional. Haciendo el cuerpo mucho más complejo y misterioso que simplemente su parte física.

Pero, por asombroso y misterioso que sea el cuerpo, debemos enfrentar el hecho de que nuestros cuerpos tienen un defecto obvio y grande; se están muriendo. La palabra que la Biblia usa para describir esta condición es corrupción y cuando la corrupción llega a su etapa final, el resultado es la muerte. Que, como resultado de la rebelión del hombre, todo en la creación se está corrompiendo, incluyendo nuestros cuerpos humanos.

Porque la creación fue sometida a vanidad, no de su propia voluntad, sino por causa de aquel que la sometió, en la esperanza de que la creación misma será también liberada de la esclavitud de la corrupción a la libertad de la gloria de los hijos de Dios.- Romanos 8: 20-21 LBLA.

Cuando tu automóvil se descompone lo llevas al mecánico, cuando tu reloj deja de funcionar lo llevas al relojero, y dado que todos nuestros cuerpos se están corrompiendo, lo mejor que podemos hacer es llevárselos a su Creador. Ahora, No estoy sugiriendo que no veas a un médico; por el contrario, si tienes un problema cardíaco consulta a un cardiólogo, si tienes un problema en los pies consulta a un podólogo o si tienes un problema ocular consulta a un oftalmólogo. Pero como todos tenemos el mismo problema, que nuestros cuerpos se están corrompiendo, lo mejor que podemos hacer es buscar a nuestro Creador.

Jesús dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí vivirá aun después de haber muerto”. – Juan 11-25 NVI.

Padre Celestial voy a ti sabiendo que Tú me creaste a propósito y con un propósito, reconociendo que Tú eres la resurrección y la vida amado Jesús, y que aun cuando yo muera voy a vivir gracias al sacrificio que hiciste por mí en la Cruz, libertándome de la esclavitud de la corrupción y llevándome a la libertad de la gloria que como hijo tuyo puedo disfrutar.