BUENAS NOTICIAS

Hay un proverbio italiano muy antiguo que dice: «Nulla nuova, buona nuova», que traducido significa «ninguna noticia es una buena noticia». ¿Por qué siempre esperamos malas noticias? Particularmente cuando se habla de personas en una posición de autoridad. Recibes una carta certificada del IRS, o el jefe te llama inesperadamente a su oficina o recibes una llamada telefónica del médico para darte los resultados de tu examen médico e inmediatamente piensas que serán malas noticias.

La mayoría de la gente piensa lo mismo acerca de Dios y quizás tú también. Que, si Dios te convocara, tu primer pensamiento sería, tienen que ser malas noticias. Como pastor, cuando cito a personas de mi congregación para que se reúnan conmigo, la primera pregunta que hacen es: ¿está todo bien? Seguido por, ¿hice algo mal? Y luego comienzan a examinar su comportamiento y piensan que si Dios quiere hablar con ellos deben ser malas noticias. Lo interesante es que, si realmente creyéramos la historia de la Navidad, deberíamos borrar de una vez por todas todos nuestros temores acerca de Dios.

La noche en la que Jesús nació habían pastores que vigilaban sus rebaños cuando de repente se les apareció un ángel envuelto en la gloria del Señor, e inmediatamente se aterrorizaron. De repente estos hombres valientes se sentían totalmente abrumados por el miedo. Pero el ángel les habló y dijo:

«No tengan miedo —dijo—. Les traigo buenas noticias que darán gran alegría a toda la gente…. «- Lucas 2:10 NVI.

La historia de la Navidad es un recordatorio de que Dios no envió a Jesús al mundo para condenar al mundo, ni tampoco lo envió para llevarles buenas noticias a todas las personas buenas del mundo. Desde el principio, el anuncio era buenas noticias de gran alegría para todos. Si esta verdad fundamental de la historia de la Navidad se hiciera realidad en nuestras mentes y corazones, nunca tendríamos que tenerle miedo a Dios. ¿Crees que estas buenas noticias son reales? Si es así, no tienes que evitar o esconderte de Dios, porque estas sí son buenas noticias para todos.

¡Que gran noticia amado Padre Celestial! Mandaste a tu Hijo por amor a todos y entre esos todos estoy yo, por lo tanto no tengo porque evitarte o esconderme de ti, todo lo contrario, la historia de la Navidad me recuerda esa noticia maravillosa de que mi Salvador nacería, lo que trae gran alegría y paz a mi corazón.