Me lo Debo

“Las personas exitosas siempre están buscando oportunidades para ayudar a otros. Las personas no exitosas siempre preguntan: «¿Qué hay para mí?» – Brian Tracy.

La avaricia es una de esas emociones que se oculta en las partes mas oscuras de nuestros corazones; no es fácilmente detectable y generalmente se disfraza de ambición. La avaricia siempre es más fácil de ver en los demás y la mayoría de las personas creen erróneamente que no existe en sí mismas. Pero, en diversos grados, está en todos nosotros. La avaricia es el deseo de adquirir y poseer más de lo que nuestras necesidades requieren.

La codicia dice: “Me lo debo”

Me debo un mejor trabajo, un auto más lujoso, una casa más grande, unas largas vacaciones, me debo lo que tengo y lo que tú tienes. Una vez más, el problema no es ser ambicioso, el problema es ser avaricioso. La señal que nos revela que de la avaricia reside en el corazón es cuando la persona no da consistentemente, ya sea porque no tiene suficiente para dar o porque está tan endeudada que no puede dar. Y si da algo es de lo que le sobra o de lo que ya no quiere.

El problema de permitir que la avaricia brote raíces en tu corazón es que afecta tus pensamientos, palabras y acciones. Y las palabras y acciones de la avaricia hacen que Dios y las personas que te rodean se sientan abandonadas. Sienten que tienen que competir con tus cosas y deseos por tener más cosas. La manera de romper el poder que tiene la avaricia sobre tu corazón es practicar el dar. Tal vez esa sea una de las razones por las que Jesús dijo que es de más bendición dar que recibir.

“¡Tengan cuidado con toda clase de avaricia! La vida no se mide por cuánto tienen”. Lucas 12:15 NTV

La codicia es una de esas emociones que es fácil de ver en los demás, pero difícil de verlo en nosotros mismos. Pero la avaricia desatendida puede conducirte a la esclavitud de las deudas. Y lo que es más importante, tendrá un impacto adverso en las relaciones más importantes de tu vida. Nada tiene más poder para liberarte de la avaricia que el desarrollar el hábito de priorizar el dar por encima de recibir.

Amado Padre Celestial gracias por alertarme de que tenga cuidado con la avaricia, porque mi vida no se puede medir por cuanto tengo, al contrario, mientras más doy más bendecido soy, porque eso rompe el poder que la avaricia podría tener sobre mi corazón. Ayúdame a dar cada vez más para tu Reino, porque adonde esté mi tesoro ahí también estará mi corazón.